Lunes de la VIII semana del tiempo ordinario, San Agustín de Canterbury, obispo

Fecha/Hora
27 May
Todo el día

Categorías


Primera lectura: 1Pedro 1,3-9

Salmo 110

Evangelio: Marcos 10,17-27

Cuando Jesús iba a seguir su viaje, llegó un hombre corriendo, se puso de rodillas delante de él y le preguntó:

— Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?

Jesús le contestó:

— ¿Por qué me llamas bueno? Bueno solamente hay uno: Dios. Ya sabes los mandamientos: «No mates, no cometas adulterio, no robes, no mientas en perjuicio de nadie ni engañes, y honra a tu padre y a tu madre».

El hombre le dijo:

— Maestro, todo eso lo he cumplido desde joven.

Jesús le miró con afecto y le contestó:

— Una cosa te falta: ve, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riquezas en el cielo. Luego, ven y sígueme.

El hombre se afligió al oír esto; se fue triste, porque era muy rico.

Jesús entonces miró alrededor y dijo a sus discípulos:

— ¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!

Estas palabras dejaron asombrados a los discípulos, pero Jesús volvió a decirles:

— Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.

Al oírlo, se asombraron aún más, y se preguntaban unos a otros:

— ¿Y quién podrá salvarse?

Jesús los miró y les contestó:

— Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él no hay nada imposible.