FRANCISCO
Me pilla la noticia de la muerte del papa, como a casi todos, a destiempo, como por otra parte ocurre siempre cuando perdemos a alguien.
Me pilla la noticia de la muerte del papa, como a casi todos, a destiempo, como por otra parte ocurre siempre cuando perdemos a alguien.
Sobrevaloramos la mecánica del existir y ya lo decía la buena de Carmen Martín Gaite, que “lo raro es vivir”.
Estoy convencido que el camino de la verdad es el que nos salva. Y ese camino, como el de la vida, se transita desde la humildad y la pequeñez.
Los bailarines salen a escena en fila, miran al público y comienzan una rutina de movimientos sencillos, repetitivos, en apariencia anodinos.
Durante la última semana, y aún hoy, no se ha parado de hablar en las redes de una miniserie llamada Adolescencia de Netflix, creada por Stephen Graham y Jack Thorne y dirigida por Philip Barantini.
Le doy gracias a Dios por estos encuentros, por estas personas que forman mi ristra particular. Esos, ellos saben quiénes son, están ahí, y estarán siempre.
Quizás sean tiempos estos de volver a recuperar la utopía y no quedarnos de brazos cruzados como si no ocurriera nada.
La vida cotidiana se cifra en los pequeños gestos, en la vida sencilla, en estar pendiente de los detalles más nimios.
Aprovecho que hoy es el día de los enamorados para hacer una defensa de las cartas y del amor. Si vienen juntas, mejor que mejor.
No me refiero a una cuestión de género, cuando le pongo título a este post, sino a las decisiones que toman los políticos y acuñan los medios.