Invocación al Espíritu Santo
Ven Espíritu Santo,
ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén.
LECTURA (¿Qué dice el texto?)
Estudio bíblico del texto
El apóstol Juan, en su evangelio, muestra a Jesús en varias ocasiones asediado por los fariseos que están ciegamente unidos y apegados a «la letra» de la Ley. En este caso, se trata de un milagro de Jesús. Y estos observantes acérrimos de la Ley, la prefieren antes que al ser humano. Observamos dos cosas. Una implícita: ellos están celosos, porque Jesús está teniendo éxito, y buscan la manera de acusar a Jesús. La otra que es explícita: ellos no tomaron en cuenta al pobre ciego, sino que pusieron la observancia por encima de las necesidades humanas. Partimos de la creencia que había antes: que las enfermedades se producían por los pecados, y hasta se creía que había algunos pecados que pasaban de generación en generación (algunas citas del Antiguo Testamento podrían señalar esto: Éx 34,5; Núm 14,18. Sin embargo, hay otras citas donde se dice que Dios no castiga a los hijos por el pecado de los padres, como Dt 1,35). En fin, Jesús cambia radicalmente estos conceptos. No habla del pecado sino de la manifestación de la gracia de Dios. Dios permitirá algunas calamidades, pero su mensaje trasciende. Lo importante en esta parte es que Jesús insistirá: «Yo soy la luz del mundo» (el tema de la luz es también muy importante en el evangelio de Juan).
El milagro es para dar gloria a Dios, y se produce en sábado, día de la semana dedicado especialmente a Dios y la familia. No está permitido curar en sábado, es lo que aducen los fariseos. Y el diálogo envidioso llega hasta que van a buscar a los mismos padres del ciego curado para dar testimonio. Ellos solo dicen lo que ven y no hablan más por miedo a ser sacados de la comunidad. El ciego ya es mayor de edad y puede dar un testimonio fehaciente de lo que ha sucedido.
Como el interrogatorio es largo, y se supone que hasta los mismos fariseos han violado la ley del sábado entre tanta caminata e interrogatorio, es aquí entonces donde el ciego vuelve a citar al Antiguo Testamento diciendo que Dios no escucha a los pecadores sino al piadoso (Sal 66,18; Prov 15,29 entre otros). Y dice: «solo un profeta puede curar». Al expulsarlo los fariseos de la sinagoga, también lo sacan de la comunidad. Inmediatamente se encuentra con Jesús. Este le pregunta usando un título mesiánico también del Antiguo Testamento: «¿Crees en el Hijo del Hombre?». El ciego, al verlo, lo reconoce y cree. El ciego se postra y lo adora. Ha sido recibido entonces en la nueva comunidad, la de los creyentes en Cristo.
Jesús añade: «He venido a este mundo para un juicio, para que los ciegos vean y los que vean queden ciegos». Todo este milagro es importante releerlo y ver cómo Juan, desde el pasaje, hace toda una historia de Salvación: los que no veían ven, la luz del mundo está, aunque algunos no la reconocen. Y allí radica el pecado, no en la ceguera, sino en que teniendo la luz, se cierren los ojos a poder encontrar a Jesús.
Reconstruimos el texto
- ¿Cómo comienza el texto? ¿A quién vieron los discípulos y qué les pregunta Jesús?
- ¿Cómo les responde Jesús? ¿Cuáles fueron sus palabras?
- ¿Qué hizo con el ciego de nacimiento? ¿A dónde lo envió? ¿Qué pasó en su vida?
- ¿Quiénes le hicieron preguntas al que era ciego de nacimiento? ¿Ante quiénes lo llevaron?
- Cuando el ciego de nacimiento explica a los fariseos lo sucedido, ¿qué dicen ellos?
- ¿Cuál es la acusación concreta sobre Jesús?
- ¿A qué otras personas citan para que den testimonio sobre este milagro?
- ¿Qué vuelve a decirles el ex-ciego a los fariseos? ¿Por qué lo expulsan de la sinagoga?
- ¿Con quién se encuentra luego? ¿Qué es lo que le dice Jesús?
- ¿Cómo termina este pasaje?
MEDITACION (¿Qué me / nos dice el texto?)
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación
- ¿Hasta qué punto yo pienso también que los sufrimientos de las personas son por pecados personales o generacionales? ¿He caído también en esta forma de pensar lejana al cristianismo?
- ¿Me siento molesto cuando alguien hace las cosas bien y yo quedo en un segundo plano, y busco desacreditar a estas personas, porque mi honra o mi nombre están bajando de categoría?
- En mi cotidiano vivir de la Iglesia, para mí que es más importante: ¿las normas rituales o las personas concretas?
- ¿Entiendo que Jesús es la luz del mundo y cuando llega ilumina también mis «zonas oscuras», mis pecados y limitaciones? ¿Le permito a Jesús que con su luz me aclare las cosas?
- ¿Acepto los cambios en mi vida de acuerdo a la luz del Mesías?
- ¿Doy testimonio claro de Jesús, el Salvador, el Mesías? ¿O prefiero en ciertos ambientes no hablar de Jesús para que
no me saquen de estas comunidades? - ¿Creo de verdad que Jesús es mi Señor, Salvador?
Yo vivo en la Iglesia y conozco a Jesús. ¿Vivo de acuerdo a lo que creo?
ORACIÓN (¿Qué le digo/decimos al Señor?)
Orar es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra salvadora. Esta Palabra
es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor:
Gracias Señor por tu Palabra salvadora.
Señor, te pedimos no caer en la tentación de juzgar a los demás,
sino contemplar siempre tu gloria.
Danos, Señor, entrañas de misericordia ante todas las miserias humanas,
que no pase indiferente ante las necesidades de los demás.
Señor, que sepa dar un paso adelante en ser proactivo,
en poder superar las mismas normas en las que me encierro
en una zona de confort cristiano.
Que vaya más allá, en busca del necesitado,
del que vive en la «periferia existencial».
Que no sea yo un fariseo, Señor.
Que mi seguimiento sea claro y decidido por ti, en todo momento.
Señor, que siempre te reconozca
y dame valor para dar testimonio de ti en todo momento.
Que tu luz siempre me acompañe, que no me ciegue tu luz. Que la acepte.
Gracias, Señor, por darme la vista y ver el mundo como tú lo ves.
Amén.
CONTEMPLACIÓN (¿Cómo interiorizo el texto?)
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón: «Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo» (Jn 9,5). Y de esta forma nos ponemos en contemplación, repitiendo y agradeciendo a Jesús que venga.
ACCIÓN (¿A qué me comprometo?)
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano. Si estoy solo, vuelvo a leer el texto, pausadamente, analizo los verbos, veo los personajes y me propongo no ser como los fariseos. Busco a alguna persona concreta, conocida, a la que pueda dar testimonio de Jesús. Lo haré sin miedo, con valentía.
En el grupo, busca la forma de entender las actitudes de los fariseos y cómo muchas veces caemos en el mismo error.
Como un acto de misericordia cuaresmal, decidir como grupo hacer algo concreto para llevar el consuelo de Jesús a los más necesitados. Puede ser acompañar a personas sufrientes, dar de comer a personas necesitadas… algo que se note, que se vea, que muestre que nos estamos convirtiendo.
Hno. Ricardo Grzona, frp