La película que más me gusta de David Lynch es la menos Lynch de todas. Aquí se tradujo como Una historia verdadera pero en realidad se llama The Straight story y cuenta la historia del bueno de Alvin Straight, que recorre la América más desconocida para encontrarse con su hermano. En el camino del encuentro, como si un hijo (hermano) pródigo se tratara, se fortalece con distintos encuentros a la luz de la lumbre que ayudan a entender al protagonista su condición de fragilidad y pequeñez. Esta película, que basa su fortaleza en el encuentro, se va construyendo con las personas de la América profunda que, en base al diálogo con el protagonista, vamos intuyendo el mundo interior de Straight, sus motivaciones y el lugar que quiere dejar en el mundo antes de marcharse.

Todos hacemos, de una manera u otra ese viaje de vuelta al hogar. Una casa de perdón, de reconocimiento, de vida. Todos anhelamos, como el protagonista de esta película, una vida verdadera, una vida con sentido. Como las que me encuentro en el trabajo de cada día mientras celebro, comparto y escucho. Esas que con apenas dos frases te desmontan. David Lynch cerró los ojos a la vida hace apenas una semana. Su legado es enorme y su universo más. Perdurará en el tiempo porque su cine toca lo más profundo de la vida. A él lo descubrí en la recién llegada Telecinco, en los noventa, con la serie Twin Peaks. Después pude ver muchas de sus películas que son una invitación al misterio y la sorpresa. Quizás vivir sea eso, dejarse iluminar por regueros de luz. Y Lynch los dejó. Otro grande, Spielberg nos regaló su última aparición en su película más personal, The Fabelmans, con una secuencia en la que interpreta a otro grande como John Ford

La semana pasada pude asistir a la propuesta de la familia Travy que es la familia del actor Oriol Plá al que hemos visto brillar esta temporada en la estupenda serie Yo, adicto de Javier Giner. Ahora, junto a sus padres y su hermana, está hasta el 2 de febrero en La Abadía. Un espectáculo al que entramos por las tripas del teatro y salimos para encontrarnos con los protagonistas esperando a darnos un abrazo. La propuesta rezuma verdad, oficio y teatro. Como dice Eusebio Calonge, el teatro es acción y ellos no dejan de provocarla y, a la vez, nos invitan a un viaje por la historia de la familia, en el que mezclan tradición, vanguardia y amor por las tablas. 

Hace justo un año tuve la oportunidad de asistir en la Sala Verde de los Teatro del Canal para seguir, entre los actores, los avatares de Edipo Rey. Entonces descubrí a la fantástica compañía del Teatrul National Marin Sorescu de Craiova, dirigidos por el británico Declan Donnellan. Cuando se descubre a una estrella hay que seguir su estela porque seguro que nos lleva a paraísos deseados. Y volvieron A hacerlo, esta vez con Hamlet del que me quedo con la escena final, con ese silencio contenido para cerrar esta tragedia de impostura, cinismo y ambición. Encuentro mucha verdad tanto en el texto como en la interpretación de estos estupendos actores y actrices. “El resto es silencio”.

A ratos, voy dedicando tiempo a un descubrimiento, la de la serie Mamen Mayo, escrita por Eduard Solá, a quien escucho en su emocionante discurso de los Premios Gaudí tras recoger el galardón por el guion de La casa en llamas. Vuelvo AL descubrimiento que desmonta el prejuicio de que sería una comedia más protagonizada por Silvia Abril, y me encuentro con un melodrama en el que el equilibro entre comedia y drama es proporcional a la mediación que hacen los personajes de la serie. Junto a la protagonista están Pablo Capuz, Clara Sans y Mona Martínez. Ha pasado casi despedida en medio de todos los estrenos de fin de año, pero merece la pena volver a ella y sumergirse en sus tramas.

Escribo esta entrada en el blue monday, mientras que asisto atónito a todo lo que ocurre en la toma de posesión de Donald Trump en EE. UU. Se cruzan las ideas. El día está nublado, llueve, las horas pasan lentamente e intento mantener encendida la llama de la esperanza y el horizonte de la verdad. Cierro los ojos y confío. Ya es martes, amanece un nuevo día. 

Los verbos de la vida

REENCONTRARSE

El arte plasma siempre las inquietudes más profundas y difícilmente explicables de otra forma, aquellas que nos socaban o nos llenan o nos irradian hacia nosotros y hacia el mundo.

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Los verbos de la vida

RECUPERARSE

Todas las personas que en el mundo han sido algo para sí y para los demás pasaron por un vendaval o una riada.

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Los verbos de la vida

PROYECTARSE

Por mucho que lo intentes, no te puedes desprender de ti, de tus impulsos, tus contradicciones ni de tu propia historia.

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