Nos cruzamos con muchas personas en la vida. Los cruces son fortuitos, a veces efímeros, otros estables. Y en la estabilidad también hay grados, cruces que duran toda la vida a pesar de la distancia y cruces que se van difuminando con el tiempo a pesar de ser constantes. Los cruces, las amistades y las vidas las vamos construyendo a golpe de encuentros, de instantes, de momentos fugaces e impactos eternos. Me viene a la mente la delicada película de Celine Song, Vidas pasadas, que habla de estos cruces o la hermosa Robot dreams de Pablo Berger que también trata de alguna manera ese tema. Y, ahora que lo pienso, se cruzaron este año en mi vida formando uno de los dúos de cine más hermosos. Y ahora comprendo lo que decía santa Teresa de Jesús, cuando al escribir, se “divertía”, porque es lo que me ha pasado a mí en este primer párrafo. Me vuelvo a enfocar.
Me escribe hace unos días por el Messenger de Facebook Pedro Lendínez Ortega, un amigo que se cruzó en mi vida allá por el año 1991. Ha pasado mucho tiempo y nos hemos podido encontrar muchas más veces por Úbeda, por Jaén, por Córdoba, por Madrid. A veces en los lugares más inesperados. Hace poco nos cruzamos en un semáforo en Gran Vía. Resulta que hace poco tiempo se estrenó como productor e inspirador de una película documental llamada La vida en una gota que dirige otro Pedro Lendínez, que no es él por supuesto, ni siquiera familiar pero sí vecino, con el que se cruzó más de una vez sin conocerse hasta que coincidieron en este proyecto. Yo sabía de la existencia del documental por redes y le conté que no pude ir a la presentación en Madrid, en los cines Proyecciones, de la calle Fuencarral pero que me gustaría ver la cinta. Me pasó el enlace para poder verla en casa y me contó un poco la aventura hasta llegar hasta aquí.
La cinta habla de la prevención y de la transcendencia de las pruebas médicas en los bebés para que no lleguen a desarrollar enfermedades graves. Es decir, de la necesidad del cribado neonatal para el diagnóstico precoz de las mismas a través de la prueba del talón. Y más allá de eso, de la diferencia de políticas que se llevan a cabo en las diferentes comunidades en España. Y lo cuenta con una de las protagonistas, la joven Judith Ruiz afectada con acidura glutárica tipo I, por no ser cribada al nacer. Ella es la encargada de recorrer diferentes lugares de España para comprender su situación a través de encuentros con expertos y familias. La película es un viaje reivindicativo y necesario que le da voz a lo pequeño y que busca que lo pequeño, esa gota de sangre tenga su valor por encima de las políticas sanitarias y la burocracia de las instituciones. Habla también de las consecuencias de nuestras acciones, de las desigualdades y grietas del sistema y habla de las víctimas, de quienes verdaderamente sufren estas decisiones.
Se nota mucho amor en el trabajo, en el viaje y en el sentido de lo que se cuenta. Pedro lo hace desde el convencimiento de que hay que contarlo y hay que concienciar a la gente de lo que pasa. Yo lo cuento aquí y abro una cadena para que se siga contando, podamos ir poniendo nuestro granito de arena en ir sumando gotas de sentido común, servicio público y responsabilidad con la ciudadanía. Porque se trata de eso, de mejorar la vida de las personas. De saber de las pequeñas cuitas y problemas que marcan la vida. Aquí dejo el enlace de la página de la película donde se pueden encontrar maneras de ayudar:
Después del estreno, la presentación y las presentaciones y la proyección de esta obra, ahora recorren el camino de las nominaciones a los Goya. Pero, pase lo que pase, ellos ya han ganado dando la voz a lo pequeño. Como la vida que pasa, en lo cotidiano, en lo sencillo, en el día a día.
