REGALAR NUESTRA PRESENCIA

EL VALOR DE LA VIDA INTERIOR

El mejor regalo que podemos dar es el de nuestra propia presencia. Para estar en pleno contacto con nuestras vidas, hay que aprender a desconectar el piloto automático y aterrizar en el momento presente, vivir intencionadamente en el ahora…

Jon y Myla Kabat-Zinn

No existe un modelo al que se pueda imitar. Educarnos es un trabajo del corazón y de la cabeza que se ponen a funcionar en coherencia conectados. «La práctica es siempre la misma: estar completamente presentes, mirando en profundidad, sin juzgar o condenar los acontecimientos desde nuestra experiencia de los mismos. Simplemente presencia y respuesta apropiada, momento a momento…» ( J. y M. Kabat-Zinn .)

Despertar es estar atento, no condicionado por los pensamientos ni por la interpretación o el juicio. Nuestras relaciones suelen estar marcadas por la desatención del momento presente. Vivimos muchas veces aislados de lo que está ocurriendo y nos desplazamos en la línea del tiempo entre el pasado, con lo que recordamos, y el futuro, con lo que soñamos o prevemos. Además, ocupamos el presente desde nuestro juicio interpretativo, que señala siempre una experiencia desde la vivencia particular. Si observamos nuestra presencia permanentemente atenta a lo que acontece, tendremos claves interpretativas nuevas que nos mantendrán menos dispersos y más atentos a cada actividad que realicemos.

El proceso de vivir tiene que arrancar desde el valor de la vida interior, no desde las destrezas o capacidades. El lugar desde el que debemos acompañar la vida es desde el valor esencial que tiene en sí misma. Las posibilidades se desplegarán en función de la capacidad que tengamos de mirar desde el corazón.

Con frecuencia, cuando nuestra mente muestra un patrón despectivo de la realidad, lo que está reclamando es atención. Si no nos hacemos conscientes de esto, podemos responder justo a ese patrón en vez de responder a la necesidad justa oculta debajo de él, con lo que reforzaremos sin darnos cuenta lo que nos limita y condiciona. Sin embargo, cuando estamos presentes y atentos, veremos la demanda real que hay debajo de cada conducta, y encontraremos la sintonía interna para atender nuestras necesidades. Así se desactivarán los patrones automáticos y engañosos que confunden nuestras necesidades y surgirán respuestas más conscientes, armoniosas y enriquecedoras.

Una vida atenta se construye desde los siguientes elementos fundamentales:

En primer lugar, el reconocimiento de la verdadera naturaleza de todo lo que ocurre, de su cualidad esencial. Ser conscientes de «quiénes somos», más allá de lo que hacemos. Esto no significa que aceptemos cualquier decisión o conducta.

En segundo término, la presencia empática. Requiere un compromiso continuo de renovación. Esta disposición conlleva tiempo, atención y amor. Tenemos que ser honestos para captar cuándo estamos presentes, pero en realidad ausentes, porque nuestro corazón y atención no están en el momento presente. Hemos de cultivar una presencia amorosa y compasiva con nosotros mismos para vivir con confianza y cercanía; así podremos compartir dificultades y entender nuestras limitaciones y posibilidades.

Y , por último, la aceptación incondicional. Es la actitud interior de saber reconocer «lo que realmente somos», independientemente de que nos guste o no, sin importar los momentos que muchas veces pueden ser difíciles o incluso terribles. La falta de aceptación de la realidad, sobre todo cuando se alejan nuestras expectativas, es una fuente de dolor y sufrimiento.

Vivir conscientemente la vida significa vivir ahora, tomar conciencia tanto físicamente como mentalmente de este instante. Vivir conscientemente es despertar del estado de letargo en el que estamos normalmente sumergidos; el estado de tener nuestra mente en cualquier lugar menos en el momento presente, encadenada a pensamientos. Si eres capaz de detener tu mente y mirar, el mundo será totalmente distinto, porque en el silencio los conceptos son distintos y dejas de juzgar lo que ves.

Vivir una vida conscientemente es no perderse la propia vida mientras caminamos a través de ella; significa estar atentos a lo que está pasando dentro de nosotros mismos y a nuestro alrededor. Vivir conscientemente es más fácil de entender que de poner en práctica. Porque nos olvidamos una y otra vez. Pero no pasa nada: olvidamos y volvemos a recordar. Cada vez más, hasta que lleguemos a un estado de consciencia más o menos aceptable. Vivir conscientemente empieza por observar, redescubrir ese nuevo mundo que estaba ahí y al que no hacíamos caso. Pero observar sin juzgar, de forma imparcial. Cuando juzgas dejas que entre en juego tu mente, y, por ende, tu ego.

Vivir una vida consciente no es un proceso automático; podemos por tanto ayudarnos de algunas prácticas que favorezcan alcanzar una vida más plena y consciente:

  • Comenzar con la práctica de la meditación; es así como comienza la vida consciente. Buscar un momento del día para ello. Se puede empezar con poco, uno o dos minutos, y ve ampliándolos a cinco o diez minutos conforme pasen las semanas. Esta práctica ayuda a estar atento en el propio cuerpo, en la respiración y en cada pensamiento.
  • La actitud de despertar; “estar despierto”. Pasamos el día en un estado de sueño. Nuestros pensamientos divagan, nos alejan del momento presente. Podemos ayudarnos a estar despiertos la mayor parte del tiempo. Observar con frecuencia tus pensamientos: ¿Dónde está mi mente? ¿Está en este instante? Podemos utilizar una palabra o mantra que nos haga volver a este momento, como, por ejemplo, «ahora», «aquí y ahora» o «regresa», poniendo el foco de atención en lo que estamos haciendo.
  • Comer con atención y consciencia. Muchas veces comemos a toda velocidad y con la mente en nuestros pensamientos. Aprovechemos estos momentos del día para tomar conciencia de lo que comemos.
  • Hacer observaciones muy breves. Las mini-meditaciones son estados de consciencia en breves periodos de tiempo. Podemos hacerlas en el día a día, mientras trabajamos, paseamos, vamos en autobús o nos duchamos.
  • Escuchar a los demás. Cuando alguien nos hable, escuchémosle atentamente, sin límites a esperar el turno para hablar. Escuchemos sin juzgar. Cuando dejamos de tratar de luchar por cambiar a los demás, cuando aceptamos lo que son, estamos mucho más en paz.
  • Ser agradecidos. Escuchamos quejas de todo, pero la vida es un milagro. Mira a tu alrededor y seguro que encuentras algo que agradecer. Hemos de ser agradecidos con lo que tenemos, y no necesitaremos más para vivir. Ser agradecidos cuando estemos con alguien, nos hará sentirnos más felices. 

PARA PROFUNDIZAR

  • Padres conscientes, hijos felices, Jon y Myla Kabat-Zinn. Editorial Faro.
  • Calma. Ejercicios de Mindfulness y relajación. Dra. Arlene K. Lunger. Cuerpo y mente.
  • Everyday blessings; Mindfulness for parents, Jon y Myla Kabat-Zinn. Editorial Piatkus.
  • Tómate un respiro. Dr. Mario Alonso Puig. Editorial Espasa.
  • El Milagro de mindfulness, Tich Nhat Hanh. Editorial Zenith.