La encíclica Dilexit Nos[1] del papa Francisco ofrece una reflexión profunda sobre el valor de educar desde el “corazón”, entendiendo este como el núcleo de la identidad humana. Para Francisco, el corazón es el lugar donde se forjan las decisiones más hondas, donde cada persona busca la verdad y conecta con el amor de Cristo, una fuerza que libera, alimenta y da sentido a la vida. Inspirados en esta enseñanza, los educadores nos sentimos llamados a orientar el aprendizaje hacia una formación que no solo abarque conocimientos académicos, sino que también fomente en los estudiantes una vida plena. Una vida en la que su conexión con su interioridad, con los demás y con el mundo se conviertan en caminos para explorar el Misterio que da sentido a todas las cosas.

El corazón como espacio de verdad y encuentro

Para Francisco, el corazón es más que un centro emocional; es el espacio en el que cada persona afronta sus valores, aspiraciones y anhelos más profundos. Este núcleo íntimo es también el lugar donde el ser humano se encuentra con la dignidad que el amor de Cristo le confiere y, desde allí, abre su vida generosamente a los demás. En el contexto educativo, esta visión sugiere la importancia de una enseñanza que impulse a cada estudiante a buscar la verdad, brindándole un entorno de autenticidad y respeto. El docente que educa desde el corazón acompaña a cada alumno en la búsqueda de su propósito y le ayuda a expresarse desde su individualidad, creando un ambiente en el que el aprendizaje se convierte en una experiencia transformadora.

Educar el corazón: una pedagogía para el encuentro, la empatía y el servicio

Educar desde el corazón implica abrirse al encuentro auténtico con el otro, o en palabras de Francisco, «tejer lazos fraternos» que fortalezcan una comunidad solidaria y compasiva. El aprendizaje-servicio se orienta hacia estos horizontes amplios, integrando el aprendizaje académico con el servicio solidario y ofreciendo a los estudiantes una experiencia transformadora que va más allá del aula. A través de proyectos de aprendizaje-servicio, los estudiantes no solo adquieren conocimientos, sino que también desarrollan un autoconocimiento profundo que les permite conectar genuinamente con los demás y adquirir una consciencia relacional de unidad con todos los seres y formas de vida. Esta perspectiva fomenta en ellos un renovado compromiso social y ecológico, clave para el desarrollo integral humano.

Francisco recuerda también que el amor es el principio que da sentido y cohesión a toda acción humana, y la educación no es una excepción. Para el papa, solo desde el amor de Cristo podemos vivir libres de una fiebre donde ya no hay lugar para un amor gratuito. Educar en el amor implica enseñar a los estudiantes que su conocimiento y sus habilidades pueden estar al servicio de los demás. Los proyectos de aprendizaje-servicio y las actividades que fortalecen el sentido de comunidad muestran a los estudiantes el impacto positivo que su formación puede tener en la vida de los demás, dotando de sentido al aprendizaje y despertando en ellos una motivación que va más allá del logro personal.

Momentos de interioridad y reflexión en el aula

Dilexit Nos advierte sobre los riesgos de un sistema que tiende al consumo, que nos priva de tiempo para la reflexión y de espacios para profundizar en el sentido de la vida. En el ámbito educativo, esta reflexión nos llama a crear en el aula momentos de silencio y reflexión donde los estudiantes puedan conectar con su interioridad y reencontrar un sentido más pleno de su identidad. A través de situaciones de aprendizaje que facilitan el desarrollo de la experiencia silente, actividades de introspección o ejercicios de meditación de textos sagrados, los docentes podemos ayudar a los jóvenes a profundizar en su autoconocimiento y a desarrollar una resiliencia que les permita vivir con propósito.

En el aprendizaje-servicio, estos procesos reflexivos constituyen un eje vertebrador que articula los proyectos, ayudando a los estudiantes a conectar su aprendizaje con un compromiso genuino hacia los demás y a fundamentarlo en un crecimiento personal profundo y auténtico.

Conclusiones: hacia una educación transformadora y humanizadora

El papa Francisco nos recuerda que el amor de Cristo, reflejado en el corazón de cada persona, nos llama a una vida libre, solidaria y fraterna. Para los educadores, esta enseñanza es una invitación a hacer de la educación un espacio que inspire, que nutra y que permita a cada estudiante reconocer su propia dignidad y la de los demás. Dilexit Nos nos propone una pedagogía humanizadora, capaz de acompañar a los jóvenes en un camino que va más allá de los logros académicos, llevándolos a descubrir el valor de servir y de vivir en armonía con quienes les rodean.

Francisco reitera que el amor de Cristo tiene el poder de sanar heridas, de fortalecer la capacidad de amar y de abrirnos a un mundo justo y fraterno. En el contexto educativo, esta perspectiva no se impone, sino que invita a cada docente a construir aulas donde la autenticidad, el respeto y la compasión sean los pilares que sostengan el aprendizaje. Así, la enseñanza que educa el corazón se convierte en una oportunidad para que cada estudiante encuentre un sentido profundo en su formación y se prepare para aportar a una humanidad más plena.

La encíclica Dilexit Nos ofrece una oportunidad única para todos aquellos que trabajamos en el ámbito educativo y creemos en el poder transformador de la enseñanza. Inspirados por el amor de Cristo y su invitación a “caminar juntos hacia un mundo justo, solidario y fraterno”, podemos hacer del aula un lugar que inspira, que acompaña y, sobre todo, que humaniza.


[1] DN. Papa Francisco (2024). Carta encíclica Dilexit Nos sobre el amor humano y divino del corazón de Jesucristo. https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/20241024-enciclica-dilexit-nos.html#_ftn1

Isabel Gómez Villalba
Docente e investigadora en la Universidad San Jorge. Centrada en la innovación educativa, investigo y diseño experiencias pedagógicas tanto para la integración y desarrollo de habilidades espirituales en el proceso de enseñanza-aprendizaje, como en el estudio y la implementación de proyectos de aprendizaje–servicio.