EL SILENCIO EN LA CLASE DE RELIGIÓN Y EN LA VIDA COTIDIANA

En un mundo cada vez más ruidoso y lleno de distracciones, el silencio se ha convertido en un recurso valioso y, a menudo, infravalorado. En la clase de Religión, el silencio no solo facilita la reflexión y la meditación, sino que también crea situaciones de aprendizaje que pueden despertar la sensibilidad del alumnado hacia el Misterio, hacia lo trascendente.

Del mismo modo, en nuestra vida cotidiana, aprender a valorar y practicar el silencio puede conducirnos a una mayor claridad mental, paz interior y una conexión más profunda con nosotros mismos, con nuestro entorno, con los otros y con el Otro.

¿Cómo integrar el silencio tanto en el ámbito educativo como en nuestras vidas?

La meditación es la práctica del silenciarse. La meditación en silencio y en quietud es un trabajo que es necesario abordar a todos los niveles de nuestra persona: es un trabajo con el cuerpo, con la mente y con el espíritu.

Punto de partida: En cualquier caso, antes de trabajar con el cuerpo, con la mente y con el espíritu, lo más decisivo a la hora de meditar, de hacer la práctica del silencio, es la capacidad de retirarse. Podemos hacer un retiro de cinco minutos en clase, en nuestra vida cotidiana o puede ser un retiro de un día completo, de un año, etc. Cada uno según sus posibilidades y según sus necesidades. Pero casi todo se juega en la capacidad de retirarnos, tener esa autoridad para apartarnos del ruido, de la masa, de las actividades de las tareas, y hacer la experiencia de la soledad.

Teniendo ese punto de partida, la voluntad, el deseo de apartarse puede empezar todo este proceso de trabajo con el cuerpo, con la mente y con el espíritu. Ese triple trabajo podríamos resumirlo en tres palabras clave: la palabra relajación en relación con el cuerpo, concentración en relación con la mente y contemplación en relación con el espíritu.               

Trabajo con el cuerpo: relajación. La relajación es nuestro estado natural. Proporciona, principalmente, un estado de descanso profundo a la vez que regula el metabolismo, el ritmo cardíaco y la respiración. La relajación mejora el riego sanguíneo, armoniza la respiración, los latidos del corazón, distiende los músculos, proporcionando una intensa sensación de bienestar, calma y tranquilidad, cercana a la del sueño profundo, pero en estado de vigilia. La persona se encuentra en un estado de sensibilidad y receptividad natural aumentada, atenta al más alto nivel. Más que tener un cuerpo, somos cuerpo. Por ello, es crucial que seamos dueños de nuestro cuerpo y no sus siervos. La relajación nos ayuda a mantener este autodominio esencial para la meditación, ya que esta busca convertirnos en personas conscientes y libres. Sin embargo, esto no es tan fácil como parece. Existen diferentes técnicas de relajación corporal que nos permitirán alcanzar un estado más profundo, saludable y perfecto, preparándonos así para iniciar el trabajo de concentración, la segunda fase del proceso.

Trabajo con la mente: concentración. En esta segunda fase de concentración es donde nos jugamos ser o no ser personas que viven espiritualmente. La concentración, la meditación va encaminada a desplegar nuestra capacidad de estar atentos en la vida. De tal modo que la atención, ejercitada durante ese tiempo de meditación, se convierte en un estilo de vida. Cuando estamos conscientes sabemos dónde estamos y qué hacemos. Cuando estamos inconscientes no sabemos dónde estamos, ni lo que hacemos, estamos ausentes. Trabajar la concentración a través de ejercicios de respiración consciente puede resultar muy interesante. El ritmo biológico del inspirar y espirar reproduce el ritmo espiritual por excelencia que es el de la acogida y la donación. Una vida es sana, humana y espiritualmente, si hay una proporción y equilibrio entre la acogida y la donación. Si se genera ese círculo virtuoso, entonces esa vida está oxigenada y está sana, si sabemos recibir y sabemos dar. La respiración es un modo que tiene nuestro cuerpo de decir a nuestro espíritu que es así cómo funcionan las cosas. En el fondo, el arte de la meditación es extraordinariamente elemental.  Lo más elemental es lo más esencial, como, por ejemplo, saber respirar, saber mirar, saber caminar, etc. El hecho de realizarlas conscientemente nos abre a una nueva forma de estar en el mundo y nos prepara para el trabajo contemplativo.

Trabajo con el espíritu: contemplación. Se necesita calmar la mente para ver con claridad. A través de la contemplación descubrimos que ver no es pensar. La contemplación es observar el anhelo que tenemos cada uno de nosotros. Por decirlo de alguna manera, es dotar de profundidad a nuestra receptividad, es dar espaciosidad al «cuenco» que somos; pues somos plenitud de donación y plenitud de receptividad. En clase de Religión podemos, por ejemplo, cultivar la contemplación de la Sagrada Escritura: «Un lugar privilegiado para encontrarnos con Dios es su Palabra, contenida en los libros de la Biblia; pero para el encuentro fructífero con Dios en la Sagrada Escritura no solo es necesario leer la Biblia, sino que también hay que acogerla en nuestro interior»[1]. Ante Dios y su Palabra, la actitud más digna es la del silencio respetuoso y contemplativo; es permanecer en la actitud de escucha atenta para poder acoger el don del Espíritu. Por lo tanto, necesitamos vaciedad y tiempo para disolvernos en la Escritura, para dejarnos iluminar y vivificar por el Evangelio, para vivir alegres en Cristo, colaborando con Él en hacer las cosas nuevas.

Isabel Gómez Villalba
Docente e investigadora en la Universidad San Jorge. Centrada en la innovación educativa, investigo y diseño experiencias pedagógicas tanto para la integración y desarrollo de habilidades espirituales en el proceso de enseñanza-aprendizaje, como en el estudio y la implementación de proyectos de aprendizaje–servicio.


[1] GÓMEZ VILLALBA, I. (Coord.). La inteligencia espiritual. Una oportunidad para la Enseñanza Religiosa Escolar. Editado por la Delegación Episcopal de Enseñanza del Arzobispado de Zaragoza. Zaragoza, 2013. p. 113.  En el apartado “Acoger la Palabra de Dios. Cumbre de la experiencia de Dios” (pág. 113 a 128) propusimos una reflexión y varias propuesta didácticas al respecto que pueden ser de utilidad. Este material también está disponible en: http://innovareli.wordpress.com/category/8-acoger-la-palabra-de-dios/