Nos encaminamos al final de junio, la última semana de clase en los centros y el guirigay que conlleva los finales, la burocracia, las juntas de evaluación, la omnipresencia del verano. Todo eso se convierte en una olla de presión que en muchos casos explota en el ánimo y la vocación de muchos docentes.
No me es ajeno el mundo de la educación, más bien al contrario, he dedicado quince años de mi vida de manera casi exclusiva a dirigir un centro y he sido testigo del cambio, de las modas, de las leyes que se han ido solapando sin sentido, del cambio de la propia sociedad en clave adolescente y del hartazgo que en muchas ocasiones carga el profesorado ante todas estas realidades.
El miércoles pasado pude asistir a la magnífica exposición Sueños y tizas del IES Carpe Diem de Fuenlabrada que es un homenaje a la educación española en el período de 1857 a 1990. En ella podemos ver retazos de esa historia construida por el profesor José Gabriel Barbero. Y la exposición no solo son los objetos sino el relato que nos cuenta el profesor que decidió poner en marcha la misma cuando cayó en sus manos un Atlas de su padre y al abrirlo hizo un viaje a la infancia. El mismo que hice yo cuando me encontré la cartilla RUBIO con el pequeño indio en la canoa y pude casi tocar aquellas manos que hicieron ese viaje cuarenta y tantos años atrás como si fuera hoy mismo. El territorio de la infancia siempre acaba atrapándonos y el arte, la palabra, la belleza se encargan de tirarnos el anzuelo. Pero hay anzuelos y anzuelos, y lo que ha hecho José Gabriel con esta exposición es una maravilla.
Todos los artículos que se exponen han tenido un uso educativo y además han sido prestados o donados por personas relacionadas con la educación en su sentido amplio. Comenzamos por un pupitre que venía desde la provincia de Jaén y con las fotografías modelo que se hacían en el pupitre y mapa de España al fondo entre las que encontramos la de la propia familia del profesor. Aparecen él y su hermana, porque el padre decidió que se la hicieran juntos para mejorar la economía familiar.
Del pupitre al proyector de un colegio privado en el que el cine y las proyecciones buscaban que las familias estuvieran en el colegio más tiempo. Con guiño a Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore, saltamos a libro de lectura Senda ilustrado por José Ramón Sánchez, el de Sabadabadá, el programa de televisión en el comenzó a ser famoso. De hecho, la primera edición del libro no tenía sus ilustraciones, no fue hasta la popularidad televisiva cuando la editorial decidió regalarle también la portada.
Hicimos el recorrido histórico desde Claudio Moyano hasta las Misiones pedagógicas, desde la Enciclopedia Álvarez hasta el método Micho, pasando por los usos y costumbres de todo ese arco de años que son historia de nuestro país en clave educativa y social.
Cuando haces un recorrido así, y relatado con tanta pasión y amor como lo hace nuestro anfitrión me doy cuenta que los aspavientos y las quejas del presente no son más que una gota de agua en medio de un océano, el de la educación, del que formamos parte y del que bebemos desde la tradición que nos ha precedido. A veces nos olvidamos, como diría santa Teresa, «de la casta de dónde venimos…», de aquellos hombres y mujeres que nos precedieron, que nos allanaron el camino, que pusieron las bases de lo que ahora disfrutamos y mantenemos, de aquello que es puntal de las innovaciones que hacemos hoy. Y que vienen a recordarnos ese humanismo que no podemos dejar a un lado y que se cifra en pequeños gestos como los que recoge esta tarjeta de las Misiones pedagógicas: «¡Buena idea se tendrá de un pueblo donde los libros se leen mucho y se conservan limpios y cuidados!». Pues eso, feliz final de curso y buenas vacaciones a todos los que terminan pronto su labor.