Fecha/Hora
17 Mar
Todo el día
Categorías
Primera lectura: Jeremías 31,31-34
Salmo 50
Segunda lectura: Hebreos 5,7-9
Evangelio: Juan 12,20-33
Entre la gente que había ido a Jerusalén a adorar a Dios en la fiesta, había algunos griegos. Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida, un pueblo de Galilea, y le rogaron:
— Señor, queremos ver a Jesús.
Felipe fue y se lo dijo a Andrés, y los dos fueron a contárselo a Jesús. Jesús les dijo:
— Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Os aseguro que si un grano de trigo no cae en la tierra y muere, seguirá siendo un solo grano; pero si muere, dará fruto abundante. El que ama su vida, la perderá; pero el que desprecia su vida en este mundo, la conservará para la vida eterna. Si alguno quiere servirme, que me siga; y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, mi Padre le honrará.
Siento en este momento una angustia terrible, pero ¿qué voy a decir? ¿Diré: «Padre, líbrame de esta angustia»? ¡Pero si precisamente para esto he venido! ¡Padre, glorifica tu nombre!.
Entonces vino una voz del cielo, que decía: «¡Ya lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez!».
Al oír esto, la gente que estaba allí decía que había sido un trueno, aunque algunos afirmaban:
— Un ángel le ha hablado.
Jesús les dijo:
— No ha sido por mí por quien se ha oído esta voz, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo. ¡Ahora va a ser expulsado el que manda en este mundo! Pero cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí.
Con esto daba a entender de qué forma había de morir.