Fecha/Hora
02 Mar
Todo el día
Categorías
Primera lectura: Miqueas 7,14-15.18-20
Salmo 102
Evangelio: Lucas 15,1-3.11-32
Todos los que cobraban impuestos para Roma, y otras gentes de mala fama, se acercaban a escuchar a Jesús. Y los fariseos y maestros de la ley le criticaban diciendo: — Este recibe a los pecadores y come con ellos. Entonces Jesús les contó esta parábola:
«Un hombre tenía dos hijos. El más joven le dijo: “Padre, dame la parte de la
herencia que me corresponde”. Y el padre repartió los bienes entre ellos.
Pocos días después, el hijo menor vendió su parte y se marchó lejos, a otro
país, donde todo lo derrochó viviendo de manera desenfrenada. Cuando ya
no le quedaba nada, vino sobre aquella tierra una época de hambre terrible y
él comenzó a pasar necesidad. Fue a pedirle trabajo a uno del lugar, que le
mandó a sus campos a cuidar cerdos. Y él deseaba llenar el estómago de las
algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Al fin se puso a
pensar: “¡Cuántos trabajadores en la casa de mi padre tienen comida de
sobra, mientras que aquí yo me muero de hambre! Volveré a la casa de mi
padre y le diré: ‘Padre, he pecado contra Dios y contra ti, y ya no merezco
llamarme tu hijo: trátame como a uno de tus trabajadores´”. Así que se puso
en camino y regresó a casa de su padre.
Todavía estaba lejos, cuando su padre le vio; y sintiendo compasión de él
corrió a su encuentro y le recibió con abrazos y besos. El hijo le dijo: “Padre,
he pecado contra Dios y contra ti, y ya no merezco llamarme tu hijo”. Pero el
padre ordenó a sus criados: “Sacad en seguida las mejores ropas y vestidlo;
ponedle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traed el
becerro cebado y matadlo. ¡Vamos a comer y a hacer fiesta, porque este hijo
mío estaba muerto y ha vuelto a vivir; se había perdido y le hemos
encontrado!”. Y comenzaron, pues, a hacer fiesta.
Entre tanto, el hijo mayor se hallaba en el campo. Al regresar, llegando ya
cerca de la casa, oyó la música y el baile. Llamó a uno de los criados y le
preguntó qué pasaba, y el criado le contestó: “Tu hermano ha vuelto, y tu
padre ha mandado matar el becerro cebado, porque ha venido sano y salvo”.
Tanto irritó esto al hermano mayor, que no quería entrar; así que su padre
tuvo que salir a rogarle que lo hiciese. Él respondió a su padre: “Tú sabes
cuántos años te he servido, sin desobedecerte nunca, y jamás me has dado
ni siquiera un cabrito para hacer fiesta con mis amigos”. En cambio, llega
ahora este hijo tuyo, que ha malgastado tu dinero con prostitutas, y matas
para él el becerro cebado”.
El padre le contestó: “Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo.
Pero ahora debemos hacer fiesta y alegrarnos, porque tu hermano, que
estaba muerto, ha vuelto a vivir; se había perdido y lo hemos encontrado”».