Con los nuevos planteamientos educativos a todos los niveles surgen, de forma paralela, tendencias y teorías pedagógicas que inspiran a los educadores en sus prácticas y en sus propuestas docentes. Por ejemplo, la nueva legislación educativa española encamina al profesorado hacia una concepción de la educación en un nivel más globalizador, interdisciplinar y que aproveche las fases capacitadoras del alumnado respetando unos tiempos y una diversidad más heterogénea que la planteada en marcos educativos precedentes.
El ámbito tecnológico no escapa a estas novedades, puesto que su concepción didáctica o de puesta en práctica emana de los postulados o tendencias psicopedagógicas y psicoevolutivas que influyen de forma determinante en los nuevos planteamientos y en las metodologías activas que sustentan la actual práctica educativa. Y todo ello cristaliza en un modo diferente de incorporar todo tipo de recursos en las diversas etapas curriculares y, por extensión, en cómo estos apoyos encajan o son puestos en práctica en las diferentes áreas.
La enseñanza religiosa escolar, como cualquier área del currículo, está sujeta a estos cambios y “activa sus notificaciones” en función de los procesos de enseñanza-aprendizaje que intervienen o constituyen una educación de vanguardia. Sin embargo, en muchas ocasiones, todas estas variables quedan un tanto apartadas o ensombrecidas y silenciadas si se alude a una etapa no obligatoria como la Educación Infantil. Y es que esta etapa, imprescindible para el correcto desarrollo de capacidades y madurez de un alumnado que quiera encajar en la escuela de forma natural y óptima a la vez, parece tener menos protagonismo en lo que al ámbito de áreas curriculares en general respecta; más concretamente en la clase de Religión y todas las potencialidades a nivel metacognitivo, espiritual y conceptual que puede brindar.
Si a todos estos precedentes, que no se caracterizan por prestigiar o ponderar a la ERE en Infantil en demasía, les añadimos que las TIC en esta etapa no son especialmente soportes o herramientas que gocen de gran protagonismo como recurso pedagógico, se nos antoja complicado efectuar un somero repaso de características a tener en cuenta en un horizonte digital del área en esta esencial etapa.
Pero huyamos de todo prejuicio que pueda influir negativamente o condicionar un pensamiento crítico aséptico y, ciñéndonos a la esencia de la legislación, indiquemos algunas características que la docencia en Educación Infantil debe incorporar y trasladémoslas al área de enseñanza religiosa escolar para esta etapa en lo que a la competencia digital se refiere.
En primer lugar, es de señalar que la digitalización en Infantil debe contribuir al fomento de la autonomía del alumnado, ya se encuentre trabajando en una enseñanza guiada individualmente o de forma grupal. En este sentido y aludiendo a los dispositivos, el trabajo con paneles digitales es de gran utilidad en la transmisión de conceptos que emplean la imagen y el sonido como soporte fundamental. Igualmente, no es extraño encontrar aulas cuyos espacios están distribuidos por los denominados “rincones”. Uno de los que suele tener cabida en esta experiencia pedagógica es el denominado “rincón del ordenador”, hecho que sin duda el docente ha de aprovechar para desarrollar dinámicas enfocadas al uso y manejo de este dispositivo con materiales que confieran un soporte curricular extra, ya sean de creación propia o seleccionados entre un sinfín de recursos que existen para tal objetivo.
De forma paralela no podemos olvidar que el juego es un recurso de aprendizaje importantísimo en Educación Infantil. A través del juego el docente de Religión puede ampliar o reforzar diversos contenidos que va desarrollando en sus sesiones. Muchos de estos contenidos tienen recursos digitales que emplean este aspecto lúdico como fundamento y que, manejando sencillas herramientas TIC, permiten ese refuerzo conceptual con un carácter divertido que no pierde la esencia de lo que se quiere transmitir y trabajar.
Pero no todo es labor de transmisión conceptual en esta etapa. Puesto que el trabajo y la consolidación de hábitos es otro de los pilares de Infantil, una de las prácticas educativas a las que el nuevo marco legal confiere protagonismo es la búsqueda y selección de información. En clase de Religión también se puede enfocar tiempo de las sesiones a este particular, animando y acompañando al alumnado en diferentes dinámicas para su desarrollo y transmitiendo a la vez valores de responsabilidad en el uso de la tecnología. También fomentando un espíritu crítico de la misma que contribuya a empoderarlo y ayude en su autonomía. Así pues, encontramos recursos videográficos, buscadores de contenidos, organizadores digitales, gamificadores y un sinfín de blogs de recursos educativos que nos pueden acompañar en esta introducción del aprendizaje con soporte digital en el ámbito de la ERE.
A modo de conclusión, es de señalar que el manejo de las TIC en cualquier etapa, pero especialmente en Educación Infantil, ha de contribuir al desarrollo de la creatividad del alumnado. Por tanto, el docente de Religión puede y debe aprovechar toda clase de dispositivos y aplicaciones que ayuden en este ámbito. Una tablet y una app de dibujo bien pueden guiar hacia un aprendizaje responsable, efectivo, real, lúdico y creativo. Pero jamás el recurso y la práctica deben enmascarar o tergiversar el contenido e incluso el saber que se quiera transmitir. Estos recursos han de ser facilitadores del desarrollo cognitivo, al igual que del emocional, social y afectivo de los más pequeños del cole. Pero también del ámbito o dimensión espiritual. Por eso la clase de Religión cuenta. Y en Infantil, de manera especial.