Fecha/Hora
19 Mar
Todo el día
Categorías
Primera lectura: 1Samuel 16,1b.6-7.10-13a
Salmo 22
Segunda lectura: Efesios 5,8-14
Evangelio: Juan 9,1-41
Yendo de camino vio Jesús a un hombre que había nacido ciego.
Jesús escupió en el suelo, hizo con la saliva un poco de lodo y untó con él los ojos del ciego. Luego le dijo:
— Ve a lavarte al estanque de Siloé (que significa: “Enviado”).
El ciego fue y se lavó, y al regresar ya veía. Los vecinos y los que otras veces le habían visto pedir limosna se preguntaban:
— ¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?
Unos decían:
— Sí, es él.
Y otros:
— No, no es él, aunque se le parece.
Pero él decía:
— Sí, soy yo.
El día en que Jesús hizo lodo y dio la vista al ciego, era sábado. Por eso llevaron ante los fariseos al que había sido ciego, y ellos le preguntaron cómo era que podía ver. Les contestó:
— Me puso lodo sobre los ojos, me lavé y ahora veo.
Algunos fariseos dijeron:
— El que hizo eso no puede ser de Dios, porque no respeta el sábado.
Pero otros decían:
— ¿Cómo puede alguien, siendo pecador, hacer esas señales milagrosas?
De manera que estaban divididos. Volvieron a preguntar al que había sido ciego:
— Puesto que te ha dado la vista, ¿qué dices tú de ese hombre?
— Yo digo que es un profeta —contestó.
Le dijeron entonces:
— Tú, que naciste lleno de pecado, ¿quieres darnos lecciones a nosotros?
Y lo expulsaron de la sinagoga.
Jesús se enteró de que habían expulsado de la sinagoga a aquel ciego. Cuando se encontró con él le preguntó:
— ¿Tú crees en el Hijo del hombre?
Él le dijo:
— Señor, dime quién es, para que crea en él.
Le contestó Jesús:
— Ya le has visto. Soy yo, con quien estás hablando.
El hombre le respondió:
— Creo, Señor —y se puso de rodillas delante de él.