La presentación de contenidos culturales en la clase de religión está plenamente justificada por la capacidad que ha tenido y tiene la Iglesia católica para dialogar y promocionar la inspiración artística a lo largo de todas épocas. Desconocer esta parte de la cultura europea supone desconocer nuestras raíces, pero, además, impide insertarse críticamente en el mundo en que vivimos que es fruto de los acontecimientos del pasado en su historia y también en la belleza que las obras artísticas han aportado para elevar el espíritu de los europeos.
A partir de ahora voy a presentar algo que yo denomino Momentos de la Biblia y que son diferentes unidades didácticas preparadas para ser impartidas en cualquiera de los cursos de Bachillerato. Estas unidades están concebidas para que el alumnado siga el mismo proceso de creación que siguió el artista, enganche con la escena bíblica seleccionada y luego profundice tanto en la Biblia como en la iconografía que hay en ella. Se trata de que el pintor, escultor o arquitecto escribe con la imagen y los diseños que nos presenta; pero no solo pretende aportar una mirada bella sobre la realidad que plasma, sino que también quiere presentarnos su visión acerca de la escena bíblica que se le ha encargado representar.
Estas unidades propias que presento y que he desarrollado para mis alumnos de religión de los institutos donde doy clase, se componen de tres partes muy diferenciadas: en primer lugar es necesaria una introducción a la escena bíblica que vamos a trabajar ya que, como bien sabemos, el pasaje bíblico se encuentra inserto en un contexto determinado, en una tradición religiosa concreta y en un libro determinado que influye notablemente en la forma con que se va escribir. Después es preciso hacer un comentario reposado de la perícopa que nos ocupa, yendo versículo por versículo para que los alumnos comprendan todas las dimensiones que el texto bíblico tiene, su propia intertextualidad y los hipervínculos que lo relacionan con otras partes del mismo libro o de los diferentes libros de la Biblia. En el fondo, es pensar como pensó el artista, ya que tuvo mucho tiempo para diseñar, no solo los efectos visuales y las imágenes, sino el mensaje que quería transmitir a los espectadores.
Finalmente, la tercera parte comprende el estudio iconográfico de la obra elegida cuya representación coincide con la exégesis que hemos realizado. Se trata de hacer que los alumnos se fijen en detalles como los de la procedencia de la luz, de los personajes, de su situación en la obra e incluso en los colores y símbolos utilizados. Para hacerlo, es preciso fijar la atención en cada uno de los personajes analizando sus gestos y su forma de vestir. Al final, podremos sacar una conclusión acerca de lo que el artista ha querido transmitirnos con su obra.
Espero que las siguientes entradas sean gozosas para vuestros ojos, productivas para vuestro espíritu y beneficiosas para vuestros alumnos.