Vivimos rodeados de palabras. Las usamos constantemente en el aula, en la vida cotidiana, en nuestros proyectos educativos… Sin embargo, pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre su origen y significado profundo. ¿Y si prestar más atención al sentido de las palabras pudiera transformar nuestra manera de educar?
La palabra etimología[1] nos invita a hacer precisamente esto: descubrir el significado más auténtico de los términos que empleamos diariamente. Procede del latín etymologia, y este del griego ἐτυμολογία (etymología), compuesto por ἔτυμος (étymos), que significa «verdadero, auténtico», y λογία (logía), que se refiere al «estudio o tratado sobre algo»[2]. Así, la etimología es el camino para desentrañar el sentido esencial de las palabras, para retornar a su verdad original.
Educar con palabras que importan
Las palabras no son meras etiquetas; contienen historias, visiones del mundo y formas de comprender la realidad. En educación, no basta con utilizarlas: es necesario desentrañarlas, devolverles su profundidad y propósito. No es lo mismo enseñar que educar, aprender que memorizar, evaluar que juzgar.
Paulo Freire[3] nos recuerda que el lenguaje no es neutro; refleja y construye la realidad. Cuando empleamos palabras sin cuestionar su origen y significado corremos el riesgo de perpetuar modelos educativos mecánicos, carentes de alma y reflexión. En cambio, al regresar a su raíz, podemos recuperar su poder transformador.
Un viaje al corazón del lenguaje educativo
Cada palabra que exploraremos en esta serie puede ser una puerta abierta a nuevas formas de comprender y vivir la educación. Nos permitirán recordar que escuela viene del griego σχολή (scholé), que significaba «ocio, tiempo libre», y que con el tiempo pasó a designar el lugar donde se empleaba ese tiempo en el aprendizaje; que disciplina comparte raíz con discípulo. Originalmente se refería a la enseñanza o instrucción de una persona, especialmente en lo moral.
Corominas, en su Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, destaca la importancia de comprender el origen de las palabras para apreciar plenamente su significado y evolución. Este enfoque crítico nos permite cuestionar y reflexionar sobre el uso que damos al lenguaje en contextos educativos, promoviendo una enseñanza más consciente y auténtica.
Hans-Georg Gadamer[4], en Verdad y método, enfatiza que la comprensión está intrínsecamente ligada al lenguaje y a la tradición. Según Gadamer, al explorar la etimología de las palabras, no solo desentrañamos su significado original, sino que también nos situamos en un diálogo con la historia y la cultura que han moldeado esos términos. Esta interacción enriquece nuestra práctica educativa, permitiéndonos conectar el pasado con el presente y fomentar una comprensión más profunda en nuestros estudiantes.
Recuperar el sentido original de las palabras no es un ejercicio meramente lingüístico; es una forma de revalorizar nuestra misión como educadores. Porque educar no es solo transmitir contenidos, sino otorgar sentido, ayudar a descubrir el significado de lo que aprendemos y enseñamos.
Te invito a emprender este viaje a través de las palabras… ¿Te animas a seguir explorando?
[1] Real Academia Española. (s.f.), Etimología, en Diccionario de la lengua española (23.ª ed.).
[2] Corominas, J. (2001), Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, Gredos.
[3] Freire, P. (2012), Pedagogía del oprimido, Siglo XXI.
[4] Gadamer, H. G. (1977), Verdad y método, Sígueme.
Isabel Gómez Villalba
Docente e investigadora en la Universidad San Jorge. Centrada en la innovación educativa, investigo y diseño experiencias pedagógicas tanto para la integración y desarrollo de habilidades espirituales en el proceso de enseñanza-aprendizaje, como en el estudio y la implementación de proyectos de aprendizaje–servicio.