Hasta ahora hemos hecho mucho hincapié en los detalles que tenemos que cuidar a la hora de hablar, dirigirnos, mostrarnos, en definitiva, en un sentido casi unidireccional de la comunicación. Pero todos sabemos que la comunicación es tal cuando es bidireccional, cuando hay feedback que se suele decir. Por eso hoy quiero poner el acento en la actitud receptiva de escucha del otro (de los otros). Ya me he referido en algún momento a ser conscientes de cómo es recibida nuestra comunicación. Pero a lo que me refiero hoy es a estar atentos a todos los mensajes que nos pueden llegar de quienes tenemos enfrente, mensajes de comunicación verbal y también no verbal.
Es importante escuchar (no solo oír), escuchar al otro, lo que dice, y cómo lo dice.
Desde el otro nos puede llegar la información de que no entiende lo que estamos diciendo, o que precisa más información sobre algún aspecto, o que discrepa de lo que estamos diciendo.
Lo que el otro nos diga puede determinar que nuestro discurso se detenga en algún punto o incluso que precise dar un giro, un volantazo sobre la marcha.
Pero a todo ello se llega estando atentos a lo que el otro nos está diciendo, de palabra o con su actitud.
Por otro lado, no olvidemos que la escucha denota también cercanía, empatía, incluso confianza. Hacerle sentir al otro que está siendo escuchado es un elemento clave en una buena comunicación, porque también predispone a una mejor escucha por parte de nuestro interlocutor.
La comunicación puede verse interrumpida si cualquiera de las dos partes se escucha más a sí misma, o simplemente desconecta de la comunicación. Por lo tanto, no es solo una cuestión de respeto hacia el otro, que ya en sí mismo sería importante y suficiente, sino por ser la actitud correcta para el buen discurrir de la comunicación, sin más.
Por lo tanto, hoy dale una vuelta a cómo escuchas cuando tú hablas, sí, he dicho lo que quería decir, cómo es tu actitud de escucha cuando tú hablas a otros.