EL CONTACTO CON UNO MISMO
La búsqueda interior en la soledad de uno mismo y la percepción del presente instante a instante, tiene siempre como objetivo el encuentro con la esencia desde la que se descansa de forma armónica. Más allá del sosiego, la paz o la quietud, la búsqueda interior es un encuentro del “centro de gravedad” desde el que se sostiene todo lo demás; es la única forma de comprenderse y habitarse en la soledad.
Algunos primeros pasos que enfoquen inicialmente una mirada hacia dentro, son aquellos que tienen que ver con el cultivo de la admiración, el agradecimiento o la contemplación, para poder mirar más allá de la realidad inmediata. Un mundo tan utilitario como en el que vivimos y tan muchas veces manipulado, necesita cultivar con urgencia ser más profundos.
En este sentido, recojo las palabras de Guardini cuando dice: “el hombre moderno ha olvidado mirar, contemplar, más bien coge, usa, manipula, tira lo mismo de las cosas que de las personas; de ahí la necesidad de abandonar modelos de poder y dominio, para orientarse hacia la contemplación buscando la verdadera interioridad de la persona… dispuesto a ver las cosas en su interioridad más profunda… dejando a los otros ser lo que son… en un silencio profundo… teniendo sentido en ellas mismas…”.
Las energías educativas y la vida familiar han de situarse entre educar para el éxito, la utilidad y la eficacia o educar para el “encuentro íntimo en la soledad de uno mismo” y, por ende, con lo profundo de los demás. En este sentido, hoy se necesita más que nunca una nueva experiencia de interioridad favorecida por la atención consciente y el silencio. Es en el “ser interior” donde se puede descubrir un nuevo modelo de leer y de vivir para no vivir solos como huéspedes de nuestra propia casa.
Vivir una cultura interior y hacer una vida consciente tiene que ver con educar para el silencio y la libertad, dejando atrás lo distorsionante y alienante. La búsqueda de la verdad, la calma y el amor tienen que tener como sustento lo que realmente somos, atentos a lo que ocurre en cada momento. Urge, por tanto, poner en marcha dinámicas que favorezcan estos descubrimientos y los hagan posibles en nuestro escenario personal y doméstico.
Educar la vida interior y la consciencia plena, debe tener una doble acción. Por un lado, posibilitar que emerja aquello que brota del interior y, por otro lado, canalizar este aprendizaje hacia un potencial que favorezca el crecimiento personal. Sabiendo siempre que “lo interior” es una realidad inacabada que siempre está por construirse. Además, la inmersión interior es una experiencia dotada de complejidad e irrupciones que bien se deben trabajar de forma constante. Construir una sabiduría interior implica rastrear en soledad ideas, intuiciones, capacidades y sentimientos para descubrir las entrañas del ser con nitidez, viendo con claridad la realidad sin interferencias.
La hondura en el espacio interior está vinculada al hecho de sacar a la percepción consciente lo que somos. El punto de partida es la escucha limpia y serena de lo que acontece en el corazón. Todos sabemos que en el fondo de nosotros mismos anida el modo de conducta correcto y el comportamiento adecuado. El peligro es no saber hacer este descubrimiento desde la soledad fecunda de uno mismo. Este llamado tiene como medida de autenticidad la mejora personal y la colectiva, si falta una de estas, lo interior se convierte en capricho o sumisión.
El “contacto con uno mismo” siempre es auténtico y favorecedor de un crecimiento. Buscarse a sí mismo no es un ejercicio de desarrollo personal o autoayuda, sino un descubrimiento de la profundidad de la propia esencia. Es un reconocimiento, un encuentro, una comprensión de la propia identidad. Ahondar en lo interior significa acertar a vivir plenamente. Es aprender a dar relatividad a lo periférico y fuerza y centralidad a lo esencial. Es dominar la razón y profundizar en el crecimiento del corazón. Es orientar la vida desde y hacia su sentido, ya que no existimos sino para amar. Es hacer un desplazamiento del centro de gravedad para colocarlo en el lugar central de la posibilidad humana.
Educarnos desde dentro es una de las labores más importantes que puede realizar un ser humano, ya que a través de ella, vamos interiorizando quiénes somos y quiénes podemos llegar a ser. Desde edades muy tempranas comienza a perfilarse la conexión o desconexión con la vida, el manejo de las situaciones difíciles, el tipo de relaciones que se establecen con los demás, la conciencia de los propios recursos, los sentimientos hacia uno mismo y cómo nos situamos ante el mundo.
Educarnos es acompañar en el camino del autodescubrimiento, sostener en los momentos necesarios de dificultad, y ofrecer las herramientas, estrategias y posibilidades para que podamos adentrarnos en la aventura de la vida confiados y encontrando su propio sentido. Una educación personal consciente necesita de la soledad y proporciona una oportunidad para descubrirnos como parte esencial de una misteriosa totalidad, en vez de como alguien insignificante, separado o fragmentado. Potencia la expresión ilimitada e íntegra de cada ser humano como alguien consciente, conectado y amoroso, cuya expresión interior y exterior están en sintonía, y se armoniza la mente y el corazón, que es libre y se siente en interrelación con los demás, con el mundo y con la vida. Podemos comprender que educarnos así no es algo que se improvise en la soledad del ser humano; requiere de un proceso y de unas herramientas que faciliten este aprendizaje interior.
Cultivar la admiración, el agradecimiento y la contemplación puede tener un impacto profundo en el bienestar y perspectiva de vida. Llevar a cabo algunas prácticas permite desarrollar estas cualidades:
1. Admiración. La admiración es la capacidad de apreciar lo valioso, lo hermoso o lo grandioso en los demás o en el mundo que nos rodea.
- Practica la atención plena: detente un momento cada día para observar algo en tu entorno, ya sea la naturaleza, una obra de arte, o incluso el comportamiento de una persona, y permítete admirarlo con curiosidad y sin juicio.
- Escribe sobre lo admirable: mantén un diario en el que anotes al menos una cosa que hayas admirado cada día. Esto puede incluir actos de bondad, habilidades excepcionales o detalles en la naturaleza.
- Cultiva la humildad: reconocer que siempre hay algo que aprender o algo digno de admirar en los demás, nos abre a valorar más lo que nos rodea.
2. El agradecimiento. El agradecimiento es una práctica consciente de reconocer lo que tenemos y lo que otros hacen por nosotros.
- Agradece verbalmente: exprésales a las personas cercanas a ti lo que aprecias de ellas, ya sea en persona, por escrito o con un pequeño gesto de gratitud.
- Escribe un diario de gratitud: cada día, escribe tres cosas por las que estás agradecido. Pueden ser simples o más profundas.
- Reflexiona al final del día: antes de dormir, toma unos minutos para reflexionar sobre las cosas buenas que sucedieron ese día, sin importar lo pequeñas que sean.
3. Contemplación. La contemplación implica observar y reflexionar profundamente sobre el mundo y las experiencias, permitiendo una conexión más profunda con el presente.
- Medita: dedica tiempo a sentarte en silencio, observando tus pensamientos sin juicio. Esto fomenta la contemplación interior y te ayuda a conectarte más profundamente con el presente.
- Camina en la naturaleza: haz caminatas conscientes, prestando atención plena a los detalles del entorno natural (los sonidos, las formas, los colores, los olores); te ayudarán a conectarte con la belleza del mundo.
- Contempla el arte o la música: dedica tiempo a observar una obra de arte o escuchar una pieza musical sin distracciones. Sumérgete en los detalles, permitiendo que la experiencia sea una fuente de reflexión.
- Práctica de la respiración consciente: utiliza la respiración profunda para centrarte y regresar al momento presente. Es una forma de conectar con tu cuerpo y mente.
- Dedica tiempo a estar en silencio: aparta momentos de tu día para estar en completo silencio, sin distracciones. El silencio interior es una vía hacia la introspección y la conexión con el ser más auténtico.
4. Autoconocimento.
- Autoevalúa los valores esenciales para ti: define tus valores fundamentales. Pregúntate qué es lo más importante para ti en la vida (honestidad, amor, libertad, etc.) y asegúrate de que tus acciones estén alineadas con esos valores.
5. Desarrolla la compasión y el altruismo
- Realiza actos de bondadosos: haz pequeños actos de bondad hacia los demás de manera regular. La generosidad te ayuda a salir del egocentrismo y a conectarte con el bienestar de la comunidad.
- Sé compasivo contigo mismo: en lugar de criticarte cuando cometes errores, practica la autocompasión, tratándote con la misma amabilidad que ofrecerías a un amigo.
6. Vivencia en el presente
- Suelta el control: aceptar que no puedes controlar todo lo que sucede a tu alrededor y fluir con los cambios te ayuda a vivir de manera más ligera y serena.
7. Escucha tu intuición
- Escucha el cuerpo: aprende a observar las señales que tu cuerpo te envía, ya sea cuando algo te genera bienestar o cuando una situación te genera malestar. Estas señales suelen ser reflejo de tu ser interior.
- Decide basándote en la intuición: tómate un momento para escuchar tu intuición antes de tomar decisiones importantes. Pregúntate qué siente tu ser profundo y cómo te habla esa “voz interior”.
PARA PROFUNDIZAR
- El hombre en busca del sentido último, Víctor E. Frankl. Editorial Paidós.
- Interbioridad; una coreografía circular, Josean Manzanos. Editorial Khaf.
- Un lugar en el mundo, Katherine Marsh. Editorial Planeta.
- El corazón de la meditación. Dalai Lama. Editorial MR.
- El Principito, Saint-Exupéry.