Construir una nueva arquitectura pedagógica
Nuestro cerebro se puede entrenar y conseguir una transformación completa a lo largo de la vida. Hasta ahora hemos creído que nuestra mente estaba diseñada de forma inamovible, pero ya se ha descubierto y demostrado científicamente que un buen entrenamiento de nuestro cerebro transforma todas las conexiones neuronales hasta conseguir una nueva forma de afrontar la realidad.
Desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir, impactamos al cerebro con infinidad de estímulos que nos pueden ayudar a crecer o colapsar. Descubrir quiénes somos y hasta dónde podemos desplegar nuestras posibilidades, requiere que acompañemos a nuestro cerebro aprendiendo a desarrollarlo y controlarlo de forma que pueda alcanzar el máximo rendimiento. Científicamente y a través de diferentes pruebas médicas, se puede visualizar si nuestro cerebro está en bucle, en temor, en angustia o en estados de buena salud. Mantener nuestros pensamientos adaptados a lo que necesitamos es una nueva mirada pedagógica que debemos desplegar.
Existe una arquitectura cerebral que podemos aprender para adiestrar nuestra mente de forma sencilla y, a la vez, desde los presupuestos científicos. La energía vital, el perfeccionismo o el miedo, son energías con las que podemos jugar para que nuestro cerebro nos permita vivir mejor. Podemos entrenar nuestro cerebro descubriendo qué aspectos lo ocupan y cuáles son necesarios o aniquiladores. Un cerebro en ejercicio es más fuerte y provoca conexiones neuronales que renovarán nuestro propio cuerpo incluso biológicamente.
De la misma forma que entrenamos nuestro cuerpo para que esté más fuerte y tonificado podemos entrenar el cerebro para darle fortaleza y evitar aquello que nos daña. El sistema límbico y las áreas del córtex prefrontal pueden funcionar en estado de emergencia o alarma, o bien trabajar en conexión con otros campos cerebrales de mayor emprendimiento. Si nuestro cerebro está sometido a tensión, está en riesgo. Sin embargo, si el punto de partida es un cerebro no amenazado, activará la amígdala permitiendo que el funcionamiento de nuestro cerebro más complicado se ponga en marcha; así, la reflexión, la creatividad, el pensamiento divergente o la toma de decisiones, guiarán nuestro cerebro de una forma completamente distinta.
Un elemento absolutamente esencial en esta transformación es condicionar a nuestro cerebro desde la experiencia del amor. Una persona que ama permite a su cerebro que desconecte del estado de alarma y se implique en el bienestar de nuestro córtex prefrontal. Cuando ampliamos nuestra conexión con los demás, también lo hacemos con nosotros mismos y despejamos nuestra capacidad cerebral. Cuando experimentamos amor, producimos más frecuencias alpha generando más oxitocina, y provocando que nuestro sistema se relaje y expanda.
Y no es únicamente el amor un elemento de transformación en nuestro cerebro y en nuestra experiencia humana, también podemos jugar con la energía del miedo a nuestro favor. Además de ser el miedo un mecanismo protector del peligro, también es una experiencia contractiva y bloqueante. Todas las nuevas experiencias generan temor y, por lo tanto, exponernos a un estado de incertidumbre provocará en nuestro cerebro la fabricación de cierto estado de ansiedad. Para dejar de vivir en esta experiencia, tenemos que entrenar a nuestro cerebro enseñándole a atravesar esos estados de inquietud y temor. Una técnica muy sencilla para conseguir este propósito es engañar al cerebro mandándole una información que le despiste y concentre la atención en algo positivo que nos llene de felicidad. Todos habremos experimentado en muchos momentos cómo una canción apropiada, una conversación positiva o una visualización de un estado de felicidad ya conocido por nuestro cerebro, genera una reacción psico biológica positiva.
Es muy importante estar a salvo observando el mosaico completo de síntomas que nos ayudan a transformar la interpretación de lo que estamos sintiendo. Nos ocurren cosas muy importantes cuando en vez de ignorar un sentimiento difícil giramos nuestro foco hacia otro más agradable. Las situaciones más estresantes nos inyectan frecuencias neuroquímicas que obligan al cerebro a trabajar en una situación de desventaja. Nuestros sentimientos y emociones están guardadas en nuestro cerebro muchas veces sin nosotros saberlo de forma consciente. En numerosas ocasiones no podemos explicar lo que nos ocurre porque desconocemos su origen.
Si pudiéramos bucear directamente en nuestro cerebro, descubriríamos que lo que sentimos es el fruto de una información que ha quedado en nosotros por diferentes razones. Las emociones predominantes generan estados de ánimo concretos. Y si podemos descubrir dónde está alojada esta información, conseguiremos dominar la angustia, el estrés, el desorden, el temor o la falta de seguridad. Para transformar y cambiar un estado de ánimo, podemos aprender a fijarnos en la energía que tenemos viendo en qué tipo de rango está: si es densa o ligera, si esta energía es permanente o intermitente, si nos sentimos ligeros o pesados, etc. Cambiando nuestro tipo de energía transformamos nuestro estado de ánimo.
Cuando nuestro cerebro recoge una energía más ágil, con más color y menos pesada, nos sentimos mejor. De la misma forma, cuando estamos sobrecogidos por una energía lenta y oscura, nuestro estado de ánimo es mucho más triste. David Bueno, entre otros, afirma que “si entrenamos nuestro cerebro, podremos ver efectos casi inmediatos”. Un buen entrenamiento nos permite activar el cuerpo, prevenir enfermedades, entrar en nuevos estados de ánimo, darnos más seguridad y desarrollar muchas más capacidades.
Nuestro cerebro es moldeable y, a la vez, está programado para adaptarse a aquellas circunstancias diversas que le toque afrontar. Todos y cada uno de los retos que nos marquemos se convertirán en entrenamientos que mejorarán y perfeccionarán nuestros procesos mentales. Todas y cada una de las tareas mentales que nos asignemos, provocarán una transformación en nuestra vida.
Te propongo secuenciar y convertir en rutinas educativas estas prácticas de entrenamiento cerebral que pueden cambiar la forma de afrontar la vida y permitir entrar en una mayor profundidad interior y gozo.
- Practicar un deporte o realizar una actividad física va a involucrar a la respiración beneficiando las capacidades de nuestro cerebro, sobre todo aquellas que hacen interaccionar al lóbulo frontal con el temporal. El ejercicio es beneficioso porque produce agentes neurotrópicos, es decir, se incrementa la plasticidad sináptica, la neurogénesis y la basculación del cerebro. Para que este entrenamiento sea fructífero necesita ser realizado con asiduidad; en torno a 30 y 60 minutos diarios. Los ejercicios cardiovasculares ayudan no solo a prevenir enfermedades sino a estimular internamente la percepción.
- Y entrenar una memoria positiva. Cuando estimulamos nuestras capacidades cognitivas obligamos a nuestro cerebro a retener información, ejercitando la memoria, estamos entrenando nuestra mente.
- Dejar atrás nuestra zona de confort. Siempre que nos planteamos un reto se activa nuestro entrenamiento mental.
- Realizar actividades que nos gusten. La motivación es crucial para enseñar a nuestro cerebro a percibir la realidad con entusiasmo y alegría.
- Leer pone en juego muchos procesos mentales como la percepción, el razonamiento, la memoria. La lectura descodifica los estímulos visuales en impactos mentales con significado. Esta acción activa diferentes zonas de la corteza cerebral convirtiéndose la lectura en una gran estimuladora de la mente. Cuando leemos imaginamos, creamos, soñamos y desplegamos nuestra reserva cognitiva.
- Vivir en ambientes enriquecidos. Es decir, lugares cotidianos en los que se puedan percibir cambios y transformaciones constantes. Un ambiente natural siempre aporta a nuestro cerebro novedad y complejidad, con lo cual conseguiremos estimular permanentemente nuevos circuitos cerebrales. Los entornos en los que está presente la música también ayudan a estimular el cerebro. Aquellos escenarios cotidianos en los que se favorece la opinión y el aprendizaje consiguen ofrecer nuevos retos a nuestro cerebro enriqueciéndolo.
- Para un buen entrenamiento cerebral hemos de favorecer y potenciar la creatividad. Una persona creativa está permanentemente despertando su interior. El pensamiento divergente ayuda a vivir con mayor flexibilidad mental y originalidad, consiguiendo activar nuevas redes neuronales. Cualquier ejercicio que proponga salir de la rutina, tendrá un impacto positivo a nivel cognitivo.
- Favorecer el multilingüismo activa zonas más complejas del área de la corteza cerebral. Nuevos idiomas son una buena manera de entrenar nuestra mente.
- Una buena gimnasia cerebral nos exige estar abiertos a la apertura, al cambio y al movimiento. Si nuestro cerebro se relaja, se empobrece. Cambiar las cosas de lugar, modificar nuestros hábitos de vida cotidianos o cambiar nuestras rutinas, obliga a nuestro cerebro a mantenerse activo.
- La escritura manual es un buen ejercicio para frenar el deterioro cognitivo. Ejercicios como escribir un diario o relatar lo que nos ha ocurrido, ayuda a realizar un ejercicio constante de introspección vinculado al cerebro.
- Cultivar la amistad es un ejercicio fundamental para la salud cerebral. Las buenas relaciones sociales ayudan a estimular nuestro cerebro.
- Mantener una dieta sana y equilibrada repercute directamente en nuestro cerebro. Por eso es muy importante evitar la ingesta de todo aquel alimento que sea nocivo. Una juventud o madurez sumergida en el alcohol, vive con un daño cerebral. Evitar el consumo de tabaco o alcohol provoca mantener un cerebro joven y evitar su deterioro.
- Es esencial para nuestro cerebro descansar. Mientras dormimos nuestro cerebro rejuvenece y evita el deterioro. Menos de 7 horas diarias de descanso impactan negativa y directamente en nuestro cerebro. Cualquier descanso que se pueda realizar alejado de una sobreestimulación anterior, es más beneficioso y ayuda a eliminar “basura” que queda alojada dentro de nosotros.
PARA PROFUNDIZAR
- Sorprende tu mente, Ana Ibáñez. Editorial Planeta.
- Interbioridad; una coreografía circular, Josean Manzanos. Editorial Khaf.
- Educa tu cerebro, David Bueno. Editorial Grijalbo.
- Cerebroflexia; el arte de construir el cerebro, David Bueno. Editorial Plataforma Actual.
- El libro que tu cerebro no quiere leer, David Del Rosario. Editorial Urano.