RESIGNIFICAR LA TUTORÍA

Un nuevo comienzo tiene el peligro de convertirse en visita a viejas rutinas. En todo trabajo la tutoría como acompañamiento es importante; pero en la educación resulta imprescindible. Cuando la tutoría se vuelve rutinaria y molesta, es preciso resignificarla desde otro lugar cargado de significado. Ese lugar es el cuidado activo que coloca el vínculo sólido y cordial en el centro, y que se enfrenta a cansancios y voluntarismos con una mirada apreciativa. Resignificar es volver a dar un sentido nuevo a algo que ya se nos ha gastado. Al resignificar coloreamos lo que se ha vuelto gris y monótono.

Así, podemos hacer frente a seis desafíos que todo plan tutorial debe acometer:

  1. Promover la autoconciencia y autonomía de los alumnos. Ayudarles en el camino del autoconocimiento y descubrimiento de sus emociones, de sus valores, de sus límites y de sus auténticas necesidades, en un compromiso continuo por habitar en la verdad que cada cual es. Conocer lleva a aceptarse y a quererse en la conciencia de que la realidad de lo que uno es resulta preferible a cualquier otra distorsión. Esta práctica incluye educarse en la autonomía no como autosuficiencia sino como autonomía relacional y una forma de crecer con otros.
  2. Fomentar la convivencia escolar como forma genuina de habitar el centro educativo. Ayudar a encarar los conflictos como desafíos a la convivencia y no tanto como incumplimiento de normas. Abrirse en la tutoría espacios de reconciliación y de justicia restaurativa que pongan en el centro el vínculo roto y restaurado y no tanto el premio o el castigo de la tradición punitiva.
  3. Desarrollar la conciencia social empezando por las situaciones de diversidad, desigualdad o desequilibrio de cualquier índole que existan en el grupo-clase. Es crucial fomentar los sentimientos de empatía y compasión en el círculo más próximo en el que habitamos: con los más vulnerables y esquinados de la clase, que normalmente son los más despreciados y maltratados. De nada vale que hablemos de paz en el mundo si existen situaciones de exclusión en nuestro propio grupo.
  4. Promover habilidades de relación intentando salir de todas las trampas aislacionistas a las que somos invitados desde las distintas tecnologías de uso cotidiano. Hoy es necesario hacer ver el regalo de la amistad y la trama que conduce a ella desde la escucha, el perdón y el buen trato recíproco. La mejor habilidad de relación no es tanto una técnica cuanto comprender que el otro es alguien tan digno como yo, al que le debo respeto. Una relación de dominio o manipulación señala la imposibilidad del encuentro entre personas.
  5. Enseñar a tomar decisiones responsables y prudentes. Pasar de etapa educativa o plantear qué voy a hacer después de clase indica que la vida cotidiana está marcada por decisiones que tomamos, a veces, sin darnos cuenta.  Y, sin embargo, cada decisión precisa un camino interior que damos por supuesto porque la inmediatez gana a la reflexión. Enseñar a decidir no es decirle al otro lo que debe hacer sino acompañar en el camino para que cada cual tome de manera reflexiva, prudente y responsable sus propias decisiones, siendo consciente de las consecuencias que una de ellas conlleva.
  6. Acompañar acogiendo y acoger acompañando, lo cual constituye la trama relacional más genuina de la tutoría. En el acompañamiento personal el tutor acoge la realidad del otro, especialmente a través de la escucha respetuosa y de una pregunta obligada: “¿qué necesitas?”. Con frecuencia relatamos o escuchamos situaciones de malestar o incluso de sufrimiento personal o familiar, pero raras veces hacemos emerger las necesidades de la persona que tenemos enfrente. Puede ser necesidad de ser escuchado y abrigado, de ser tenido en cuenta, o la necesidad de ser aceptado en el grupo, o tal vez se da la necesidad de afirmación de sí mismo en un contexto de dificultad. Al mismo tiempo, la acogida al otro como alguien sagrado es un primer momento de acompañamiento en un proceso que puede ser de horas, días o meses. Al acoger abrimos un espacio para que el otro se sienta como en casa en tanto que esa tutoría se activa como un pequeño oasis de aceptación incondicional a su persona.

Vistas así las cosas, ¿qué necesito como tutor para hacer mío un plan tutorial de estas características? ¿A qué se compromete la institución y a qué me comprometo yo?

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