UN MUNDO LLENO DE VIDA
Desde que apareció el documental Nuestro mundo lleno de vida, la comunidad internacional ha sido más consciente de la necesidad de mirar el mundo desde una nueva perspectiva más integradora. Todo lo que se muestra en este maravilloso vídeo, debería ser abordado en los diferentes espacios educativos a través de las distintas áreas de aprendizaje. No tenemos mejor lección que dar: aprender a experimentar que todo está conectado.
La actriz Cate Blanchett guía esta propuesta narrativa y visual que ya podemos escuchar traducida al castellano. La delicadeza de sus textos, la ternura con la que se enuncia la vida y la mirada que se invita a realizar con cada imagen, cautiva la retina y el corazón. Más allá del documental, la realización video-documental de Wild Space y Freeborne Media, ha elaborado una magnífica propuesta que obliga a transformar nuestra forma de mirar el mundo y nuestras relaciones.
Si obligamos a nuestra razón a pensar y reflexionar sobre el universo que nos rodea, observaremos la conexión que existe entre todos los seres vivos, de los cuales formamos parte. Desde lo más microscópico, hasta los seres vivos más inmensos, observamos perplejos una unidad absoluta entre todos los seres vivos. Cuando podemos alcanzar este nuevo paradigma, nuestra vida interior queda transformada y atravesada por una red invisible que impulsa la vida interconectada.
Si aprendemos a mirar con los ojos de la conectividad, realizamos una impactante transformación hacia la belleza y el respeto sutil con todos los organismos que intervenimos en el ciclo de la vida. La educación es responsable de enseñar a cultivar una nueva práctica que nos ponga en interdependencia con todos los seres vivos. Nuestro ciclo vital debe tener como guion, la observación de la naturaleza como una red de vida que sostiene el planeta.
Vivimos un punto crítico como consecuencia de nuestra intervención en la naturaleza. Tenemos aún tiempo de recuperar nuestra salud planetaria si tomamos de inmediato las decisiones correctas. Cuidar de nuestro mundo es atender nuestro autocuidado y favorecer la atención cuidadosa hacia los demás. Es un imperativo poder percibir la conexión invisible que existe entre todos los seres que habitamos el planeta. Una red que solo podemos percibir si trabajamos cuidadosamente nuestra percepción interior y nuestra acción colectiva.
No hemos de cuidar la naturaleza únicamente por ser nuestro hogar, sino porque somos receptores de señales que nos llegan de otros seres vivos y que necesitan de nosotros tanto como nosotros de ellos. La vida es un único movimiento existencial del que tan solo formamos parte y del que no somos dueños. Vivir como huéspedes en el planeta nos invita a abrir un nuevo paradigma que nos permite entender la conexión entre todos y con todo. Cuidarnos es una señal inequívoca de respeto y ternura.
En la pedagogía de la interioridad, la interconexión existente entre toda forma de vida, es la base metodológica de la experiencia. No existe experiencia de interioridad sin la percepción de este paradigma de conexión. Crecer interiormente es humanizarnos y vivir una vida plena, por lo tanto, supone aprender a ocupar la habitabilidad en uno mismo y en nuestro hábitat.
Cuidar la interioridad nos permite acceder a lo que nos rodea sin una mirada depredadora; nos enseña a relacionarnos con nuestro entorno de forma más acogedora y participativa. La vida interior enriquecida nos abre hacia el respeto y evita la autosatisfacción y el deseo insaciable y compulsivo. Contemplar nos hace más austeros y respetuosos, siendo menos destructivos con los animales y las plantas que nos rodean. Nuestro ecosistema interior tiene un vínculo directo con el ecosistema exterior.
La interconexión entre los seres vivos está continuamente sostenida por el silencio porque es este la forma natural de toda forma de vida. El silencio provoca la suspensión de la necesidad de lo inmediato y la prevalencia de la calma y la espera fructífera. Trabajar la propia vida interior permite tomar distancia de la inmediatez, para ganar libertad y lucidez. Cuando crecemos interiormente también profundizamos exteriormente. La interioridad es no dualidad y, por lo tanto, conectividad y vínculo.
Hoy podemos incorporar pequeñas prácticas a nuestra vida cotidiana que nos permitan encontrar la conexión con todo lo que nos rodea. Algunas de estas prácticas pueden ser las siguientes:
- Tratar de respirar profunda y conscientemente cerrando los ojos por un instante, para percibir la energía que nos rodea.
- Fijar la atención a nuestro cuerpo y observar atenta y conscientemente sus movimientos, para asemejarlos al ritmo natural de la vida.
- Atender los sonidos que llegan hasta nosotros del espacio natural para percibir la nitidez e información que nos aportan.
- Permanecer en silencio y quietud observando el espacio que nos rodea de calma y tranquilidad, provocado por toda la naturaleza.
- Observar todo lo que nos rodea con amabilidad y curiosidad, hasta donde alcanza nuestra vista.
- Percibir los colores, las formas, los olores… en un espacio amplificado de consciencia dilatando nuestros sentidos.
- Fluir como la naturaleza dejando que cada espacio y lugar sean como son y estén como están.
- Vivir sin resistencias para poder conectar con la impermanencia y experimentar que todo es finito y, a la vez, parte de un mismo ciclo vital.
- Descubrir el “ser” de cada cosa para reconducir nuestro “hacer” en una nueva experiencia de la naturaleza del ser.
- Contemplar la naturaleza conectándonos a esta experiencia a través del sentir.
- Percibir la perfección de nuestro entorno y de todos los seres que habitamos en la naturaleza.
- Descubrir la energía oculta que está detrás de cada ser vivo que vemos.
- Sentirnos cómodos y en colaboración con todas las especies que habitan el planeta junto a nosotros.
BITS (Basic Interiority Times – Tiempos Básicos de Interioridad) para la PRÁCTICA
1. “Respiración Ujjayi”. Practica este tipo de respiración al aire libre inhalando por la nariz y exhalando por la boca (pronunciando a la vez las letras “ah”). Con cada inhalación permite que la energía que te rodea entre en tu cuerpo. Al exhalar devuelve con la respiración la energía recibida de la naturaleza.
2. “La tierra y el aire”. Túmbate en el suelo sintiendo el peso e maginando que tu cuerpo está pintado y que deja en la tierra su silueta. Realiza micromovimientos corporales percibiendo la lentitud de los mismos y la similitud con el ritmo de algo presente en la naturaleza. A la vez, respira lentamente interiorizando tu ritmo respiratorio con el de un árbol o planta del reino vegetal.
3. “Desplegar los sentidos”. Comienza estimulando la boca paladeando y apreciando el sabor interno que tienes en la misma. Registra después las imágenes que llegan a tus ojos percibiendo la luz que aporta cada una de ellas. Estimula luego tus oídos fijando la atención en aquellos sonidos más lejanos. Termina captando los olores del espacio que están a nuestro alrededor. Y concluy, detectando sobre tu piel la textura y la temperatura de lo que la roza.
4. ”Escuchar la presencia”. Colócate en actitud de escucha ante: una persona, luego un animal y después una planta. Esta actitud requiere de ti una escucha “sin filtro”, es decir, “sin juicio”. Solo escucha su presencia y lo que ella te comunique.
5. “Un mundo lleno de vida”. Visualiza este documental con un bolígrafo y una libreta. Dale al “pause/play” anotando cada una de las frases que sientas más significativas. Con cada una de ellas, realiza un experimento: trasforma lo escrito en una tarea para ti, realízala y escribe un poema con lo percibido en cada experiencia.
PARA MÁS INFORMACIÓN
– Nuestro Mundo lleno de Vida , Netflix.
– Intebioridad. Una coreografía Circular: el ser ecosocial desde el cuidado profundo integral, Editorial Khaf.
– Respiración Ujjayi, vídeo en inglés.
– El Libro de los Secretos, Osho. Charla n.º 25. Técnica: “bañarse en el centro del sonido”.