LA MINORIDAD, ÁTMOSFERA DEL LIDERAZGO QUE CUIDA

Hemos dedicado varias entradas a describir el escenario de un liderazgo que cuida; es decir, que trata de explorar en lo emergente de lo nuevo que nace desde una base ética, sanador en relaciones complicadas, colaborativo como modo de afrontar cualquier construcción colectiva y capaz de generar un liderazgo de servicio como  autoridad moral.

¿Habría algún hilo conductor que atravesara y diera sentido a todas las características citadas? Creo que sí. La minoridad es una competencia transversal para quien lidera cuidando. El enfoque del liderazgo que cuida puede sintetizarse en la siguiente expresión:  hacerse pequeño, hacerse menor. El vocablo «menor» generalmente es empleado casi exclusivamente en términos cuantitativos, dejando fuera su faceta espiritual. Acudimos a la minoridad franciscana que nace de la experiencia real de que nos necesitamos los unos a los otros porque todos somos igualmente vulnerables: porque necesito de los otros para ser yo, no puedo “ser más que” el otro. Y donde no llego yo, llegas tú.  Celano, el biógrafo de Francisco de Asís, lo describía así: «pequeño de talla, humilde de alma, menor por profesión». No se puede decir más con menos palabras.

El liderazgo que cuida asume que es menor por profesión. La minoridad es el recordatorio de que somos interdependientes y eso nos hace más plenamente humanos.  Manda mejor el que más se sitúa en las bajuras. Más no es más poder sino mejor servicio haciéndose menor. El magis se resuelve en el minor y así entendemos que toda forma de magisterio es un ministerio, un servicio.

La minoridad permite una visión de conjunto de carácter global, como la que asiste a aquellos astronautas que nos envían mensajes de asombro cuando observan la inmensidad del universo desde un punto de mira nuevo y distinto. Es el mismo punto de observación desde el cual la madre Tierra es reverenciada con una actitud de pequeñez ante la inmensidad. Al hacernos pequeños abrimos mente y corazón ante la realidad que habitamos y que nos sobrepasa.

Desde la minoridad, la horizontalidad se solventa atendiendo a las necesidades diferenciadas, sin uniformismos, y por eso no se afana en forjar estructuras sino en incrementar procesos. La minoridad se constituye en observatorio de lo que sucede, y trata iniciar procesos de identificación de necesidades y respuestas. Se trata de un enfrentamiento con la realidad relacional de un modo radical: desde la condición de ser menor.

La minoridad se aleja de lo espectacular, no necesita proyectos megalómanos. Va de la mano del poco a poco, porque poco es mucho. Pone en marcha prototipos de savia nueva que emergen. Son prototipos sencillos, pequeños, que buscan microtransformaciones y que requieren ser anidados en espacios protegidos. El objetivo de un prototipo no es ganar o no fracasar, sino aprender.

La minoridad camina por la senda de lo prosaico, es la prosa de la vida, que se opone a las grandes palabras y principios teóricos y abstractos. Lo prosaico indica que lo apropiado es el tono menor, como señala Josep Mª Esquirol: esta escucha, esta atención siempre singular. Y por eso el líder es esa persona que sabe pedir ayuda, que no se basta a sí misma, que no está obligada a salvar ni a nada ni a nadie; pero, desde su responsabilidad y autoconocimiento, sabe de sus fragilidades y busca apoyos.

La minoridad es la conciencia de que todos somos igual de pequeños; y ello precisa conectar con la fragilidad personal e institucional. Situado en la minoridad se aprecia que un poco de humanidad, de ética, de cuidado… es mucho. El liderazgo del cuidado no pierde el sentido de la modestia y encuentra en la humildad un lugar de autoconocimiento y aceptación imprescindible.

No todo buen profesor ha de ser un buen jefe de estudios o director. Recuerdo que cuando era profesor de instituto, el director era una persona dinamizadora, entusiasta, gran gestor y mejor acompañante del profesorado, especialmente de aquellos que comenzábamos en aquellos años. Y, sin embargo, le daba pánico dar clases, no se sentía a gusto en el aula, nunca lo ocultó y encontró en las tareas de gestión su lugar en el mundo educativo. Las competencias del liderazgo no siempre están acompañadas por el buen desarrollo profesional en el área educativa (en un colegio) o en el ámbito de la acción social (en una organización solidaria). La minoridad disuelve contradicciones abriendo nuevos caminos.

La atmósfera del liderazgo del cuidado es la minoridad que favorece poder respirar.

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