El sentido de la justicia o imparcialidad es una fortaleza psicológica que nos permite tratar a todas las personas como iguales, a no dejar que los sentimientos personales influyan en las decisiones sobre los otros y dar a todo el mundo las mismas oportunidades. En definitiva, a ser ciudadanos responsables, verdaderos amigos confiables y tener altos valores éticos.
Esta fortaleza desarrolla habilidades para el consenso equitativo, despierta la sensibilidad hacia la justicia social y la compasión.
Según los psicólogos Peterson y Seligman[1], el desarrollo de un juicio ético se completa con el compromiso a ser justo en todas las relaciones con los demás enfatizando aspectos como los siguientes:
- El desarrollo de habilidades para el consenso equitativo.
- La sensibilización con la justicia social, la expresión de compasión por los demás.
- La perspicacia necesaria para comprender las relaciones y obtener resultados equitativos.
A la luz de la Palabra
La imagen de hombre justo en los evangelios es Jesucristo. Su figura fue compuesta en la mayoría de los evangelios sobre la imagen del siervo sufriente del libro de Isaías. En el Antiguo Testamento, el «justo» es el que obedece la ley de Moisés; mientras que, en el Nuevo Testamento, es aquel que sigue la ley del amor al prójimo. Jesús es el mejor ejemplo de ello. El Nuevo Testamento presenta la vida de Jesús como el medio más eficaz para vivir el mandamiento del amor y para proceder de una forma justa.
En la Biblia no se contraponen la justicia divina y la justicia humana. La justicia de la persona fiel a Dios expresa y manifiesta de forma concreta la justicia divina.
En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano (1 Jn 3,10).
Actividad de reflexión inspiradora
El texto bíblico presenta los siguientes dualismos:
hijos de Dios / hijos del diablo justicia / injusticia amor / odio
Estos dos mundos se nos ofrecen cada día a las personas. En cada opción y tarea que llevamos a cabo estamos decidiendo de qué lado estamos, según nuestra libre voluntad.
Es momento de reflexionar:
- ¿Y tú de qué lado estás?
- Según el texto bíblico, ¿practicar la justicia en qué acción concreta se traduce?
También podemos proponer meditar en silencio sobre el siguiente texto bíblico para sondear cuál es su sentido profundo:
La obra de la justicia será la paz, su fruto, reposo y confianza para siempre (Is 32,17).
Proponemos que los estudiantes compartan sus reflexiones para analizar cuál es la relación que la Biblia establece entre justicia y salvación. Es una valiosa oportunidad para que el alumnado reflexione sobre la estrecha relación que hay entre la justicia y la paz, y que descubran que la segunda es fruto de la primera. Que comprendan que, en Jesús, la salvación involucra tanto a la justicia como a la misericordia.
Tras este análisis compartido, proponemos dar un paso más: transformar nuestro entorno siendo conscientes de que hay principios éticos universales que se han de seguir y tienen prioridad sobre las obligaciones legales e institucionales convencionales. Sugerimos que consensuen cinco principios éticos universales que ayuden a tomar decisiones a la LUZ DE LA PALABRA.
La finalidad de esta situación de aprendizaje reflexivo es que los estudiantes, a partir de la lectura bíblica, sean capaces de elaborar juicios partiendo de estos testimonios que ejemplifiquen una forma nueva de usar la razón y la libertad y de expresar la afectividad. Queremos que adquieran el hábito de reflexionar buscando el bien ante las elecciones que se les ofrecen. Pretendemos promover el protagonismo del alumnado en su propio proceso de aprendizaje competencial y, para ello, inspirados en el nuevo currículo de Religión Católica[2], seguimos los siguientes pasos en la secuencia de aprendizaje:
- Partiendo de la experiencia concreta de cada estudiante, identificar y formular con pensamiento crítico interrogantes y cuestiones que ejemplifiquen una nueva forma de usar la razón, la libertad y la afectividad.
- Buscar, analizar y contrastar las experiencias e interrogantes con fuentes bíblicas que les ayude a elaborar respuestas personales y sociales desde la libertad individual con pleno respeto a las ideas de los demás, contrastadas con los principios de la enseñanza social de la Iglesia.
- Dialogar con otros puntos de vista para la construcción de la vida en sociedades plurales y democráticas basadas en el bien común, comunicando con asertividad y empatía las ideas y creencias propias.
- Aplicar este proceso formativo en la construcción de la identidad personal y del proyecto vital como preparación para el aprendizaje para toda la vida y en la transformación social.
Para profundizar: La nueva justicia
«La «nueva justicia» inaugurada por Jesús no se entiende como una «ley objetiva» o un nuevo código de leyes que reemplaza los códigos anteriores. Ella se entiende, más bien, como una «ley inscrita en el corazón humano» que se caracteriza por capacitar a las personas para ser libres y ejercer su libertad, es decir, para discernir lo que es moralmente bueno (ético) en cada situación».[3]
Esta justicia consiste en la práctica del amor discernido. Lo justo debe siempre discernirse y actualizarse en el seno de la comunidad cristiana. El proceso de discernimiento y elección de lo moralmente justo dentro de la comunidad cristiana no puede realizarse al margen de la sociedad civil. La persona de fe está llamada a interactuar y participar en la vida social y política.
Isabel Gómez Villalba
Docente e investigadora en la Universidad San Jorge.
Centrada en la innovación educativa, investigo y diseño experiencias pedagógicas tanto para la integración y desarrollo de habilidades espirituales en el proceso de enseñanza-aprendizaje, como en el estudio y la implementación de proyectos de aprendizaje–servicio.
[1] Character Strengths and Virtues: A Handbook and Classification (2004).
[2] Resolución de 21 de junio de 2022, de la Secretaría de Estado de Educación, por la que se publican los currículos de las enseñanzas de religión católica correspondientes a Educación Infantil, Educación Primaria, Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato.
[3] Juan Manuel Granados R., S.J. (2003) Aproximación bíblica. Theologica Xaveriana 147 (2003) 349-370.