El viento se arremolina

en las hojas suspendidas

Tu cuerpo resucita

los alientos olvidados  

y el corazón late

en tu piel.

La pasión constituye uno de los elementos más importantes de nuestra existencia. No puedes vivir sin pasión, sin aquello que conmueve todo tu ser, tu cuerpo, tu espíritu y tu alma de una forma íntima, intrínseca e inevitable.

Apasionarse es sentir la fuerza de la vida que te anima a ser tú misma sin disfraces ni simulacros. Moverte al ritmo de la música de tu interior y escuchar los latidos propios, la sangre que fluye, las mejillas que se acaloran y el grito desde las entrañas por volver a encontrarte en ti mismo.

La dificultad reside en las protecciones que has tejido, a veces por pura necesidad de supervivencia, para no sufrir. Pero no sufrir aboca inexorablemente a no sentir plenamente la totalidad de todo lo que eres. Sufres porque amas y anhelas. Si dejas de sufrir dejas de amar. Si no te sufres a ti mismo dejas de amarte a ti mismo.

Puedes sobrevivir porque lo has hecho durante mucho tiempo a lo largo de tu vida. Aquí estás. Pero, lo que se dice vivir, solo se consigue cuando el corazón se enardece, se acalora, se expande hacia limites que incluso tú parecías desconocer y surge la necesidad de compartir esa energía que fluye en ti por todo el mundo que pasea contigo.

Y esa pasión se alimenta de la alegría, de dicha, de agradecimiento por todos los abrazos que has recibido durante toda tu vida. Y esa pasión abraza, agradece y alimenta sin duda a todo lo que mira y te toca.

Seguro que recuerdas aquello que te emocionaba, que te hacía sentir único, libre y radiante. Este es el momento, ahora es la hora para decidir tenerlo entre las manos. No te lamentes por no haberlo descubierto antes. Estaba esperándote y, ahora, con tu experiencia, con las heridas en el cuerpo que quieren sanar, quieres volver a sentirlo de una manera consciente, degustando cada segundo.

Este cuadro de Diego Rivera Danza al sol, pintado en 1942, que hoy está en el Museo Dolores Olmedo en México, plasma la pasión del pintor por el baile que transmitía la cubana americana Maudelle Bass.

Bailar, conectado al sol, desnudo y libre, recibiendo su energía y calor es la experiencia que cuenta la pintura de Diego Rivera. Contonearse, experimentar el movimiento de cada músculo al ritmo de los sonidos que hay en nuestro interior y que reconocemos a su vez en el exterior es la base de la sensación de unidad con todo lo creado. El rostro anónimo bañado por la luz simboliza a cada uno de nosotros dejándonos llevar por nuestras emociones más profundas y dejando que el cuerpo y corazón vaya a donde está llamado a ir.

Así brillará todo tu ser. Solo si brillan tus ojos podrán continuamente hacer brillar en su reflejo al de los demás. Solo si cuidas espacio íntimo y personal que te hace sentirte pleno alimentarás aquello que hace vibrar a las personas que más quieres, a tu pareja, a tus amigos, a tus compañeros, a tu familia. Entenderás que cada uno de nosotros está tocado por ese espíritu de vida que hace única cada alma de cada ser.

Quédate atento a aquellas pequeñas pasiones que alimentan el entusiasmo de las personas que te rodean y vibra con ellas al dedicarles un tiempo de verdad, experimentando la magia de ese momento, escuchando atentamente todo lo que subyace, para que las acciones nos lleven a la pasión, para que la pasión nos conduzca a la acción. Caminar, hacer deporte, pasión por la música, pasión por la lectura, pasión por el baile, pasión por los amigos. En ese diálogo de fuegos compartidos, en ese diálogo que surge de la pasión con el otro, nacerá la vida .

PARA SENTIRTE

Y por qué no te animas a bailar, a desplegar todas las emociones, a moverte al compás de la música a solas en tu habitación, en aquel sitio donde te puedas estirar, saltar, contonear, expresarte y dejarte inundar por esa conexión íntima entre el sonido y todas las partes de tu cuerpo. Muévete sin límites, imágenes o creencias que te limitan. Como cuando eras pequeño o pequeña y te entusiasmabas cuando sonaba esa música que te hablaba de amistad, de cercanía, de proximidad, de amor y hasta de rebeldía.  Esa que te conectaba con lo más íntimo de tu ser, con aquella fuente que manaba de ti, con esa energía vital que te recorría y te animaba a expresar y a decirle al mundo que existías.

Je veux ( Zaz)

PARA SENTIR

Y un día invitas a tu pareja a bailar contigo con esa música que os ha acompañado siempre o tratas de gustar de la música que escuchan en tus hijos y miras más allá de su vocabulario y sus formas y eres capaz de ver que te habla de frescura de independencia, de libertad y de ganas de vivir y de sentir. Conecta con toda la música, de toda la vida que te rodea.

* La imagen citada es Danza al sol, de Diego Rivera, Museo Dolores Olmedo, Ciudad de México, México.

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