En un artículo anterior hemos presentado el denominado proceso TIC-TAC-TEP como una idealización del uso y manejo de la tecnología en ámbitos educativos. Este tránsito pretendía hacer una escalada partiendo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), entendidas como meros utensilios físicos, es decir, dispositivos que se fundamentan en la tecnología o la digitalización. La meta a alcanzar eran las denominadas tecnologías del empoderamiento y la participación (TEP), una versión ideal del uso y manejo de los ámbitos digitales que era extrapolable a cualquier dimensión de la vida de las personas, también en la educación, cuya esencia residía en que el propio ser humano fuese capaz de, por sí mismo, escoger los recursos tecnológicos a su alcance, fruto de una selección y conocimiento previo de los mismos, con la intención u objetivo de facilitar su modus vivendi , su interrelación con sus semejantes, así como todo cuanto pudiese ser de provecho personal en lo que a la digitalización de la vida se refiere.
Sin embargo, este punto de partida (TIC) y esta meta a lograr (TEP) pasaba necesariamente por un punto intermedio en el que se le presentaban al usuario unas tecnologías del aprendizaje y el conocimiento (TAC) mediante las cuales todo dispositivo digital cobraba un sentido propio en tanto en cuanto se le daba un enfoque práctico mediante una serie de recursos o estrategias metodológicas que protagonizaban toda una educación en torno al ámbito tecnológico.
De forma resumida podríamos afirmar que los dispositivos digitales (TIC) se valían o empleaban unas estrategias o recursos enfocados a la asimilación y adquisición de destrezas (TAC) con el fin de lograr una habilidad en su manejo en diversas situaciones vitales que requerían de una toma de decisiones determinadas para optimizar recursos, facilitar aprendizajes y adquirir metas de conocimiento y de vida (TEP).
Pero, cuando llevamos estos postulados teóricos y bien intencionados hacia el aula de Religión o a la pastoral educativa más concretamente, ¿qué ejemplos prácticos podríamos presentar que nos hiciesen comprender un poco más a fondo este necesario proceso evolutivo-tecnológico?
Para responder a esta pregunta primero hemos de plantear una supuesta situación de aprendizaje que requiera de una intervención o manejo de la tecnología. Planteemos, pues, un proyecto sencillo que tenga como objetivo fomentar las relaciones intergeneracionales de los jóvenes con los ancianos. Para ello sugeriremos la elaboración de una felicitación o saludo virtual con el vídeo como principal recurso, a fin de enviarlo a un geriátrico, residencia o similar que exista en el entorno cercano al centro educativo.
Esta sencilla dinámica nos brinda la oportunidad de evidenciar el proceso TIC-TAC-TEP de una manera muy simple:
- En primer lugar, empleamos un tiempo determinado para explicar y practicar el soporte digital que se empleará para la elaboración del vídeo. Por ejemplo, puede ser un smartphone o, simplemente, el propio ordenador portátil con su cámara. En este punto probamos a hacer grabaciones, escoger la luz adecuada, el mensaje, así como nos familiarizamos con los comandos de edición, grabación, borrado y almacenamiento de los archivos resultantes.
Esta es una fase meramente TIC ya que es el dispositivo quien monopoliza la mayor parte del aprendizaje y su manejo con destreza el principal objetivo planteado.
- En una segunda fase del proceso presentamos al alumnado un programa o aplicación de edición de vídeo con en fin de dotar a la creación de un especto óptimo, pudiendo elegir duraciones, interacciones y demás posibilidades que cualquier editor dispone.
Es un momento TAC ya que será la aplicación o el recurso quien adquiera protagonismo en realidad, porque sus comandos o interfaz son el objeto de aprendizaje y manejo. Si el alumnado se familiariza con el recurso y adquiere una destreza suficiente, el resultado de la creación final será mejor debido a que previamente ha asimilado el manejo del dispositivo de una forma natural y guiada por el docente.
- Finalmente, y tras evidenciar lo positivo de este proyecto y el éxito del resultado de la creación, cada vez que al alumnado se le sugiera el vídeo como recurso para una composición o tarea, ya dispondrá de la suficiente experiencia y destreza para emplear herramientas similares para manejar dispositivos como los de esta dinámica en diferentes situaciones y contextos.
Esa es la verdadera intención del proceso TIC-TAC-TEP. Que este último paso, mediante el manejo de tecnología para el empoderamiento y la participación (TEP), un usuario extrapola sus conocimientos previos a otros ámbitos de la vida (también de la educación) para lograr un éxito en la consecución de objetivos y superación de retos.
La enseñanza religiosa escolar no puede obviar planteamientos de esta índole si quiere responder a los retos del hoy en una sociedad del mañana.