El valor
El valor es la virtud que engloba las fortalezas de la vitalidad, la perseverancia, la integridad y la valentía. Son fortalezas emocionales que implican el ejercicio de la voluntad para conseguir las metas ante situaciones de dificultad.
El valor no es la temeridad del iluso que ignora las consecuencias de sus actos y decide asumirlos sin medir riesgos y cegado por su impaciencia. El valor es coraje puro y consciente de la persona que no se deja intimidar por los grandes retos y arriesga todo por una causa que vale la pena. La palabra coraje proviene de cor– (corazón en latín) y significa «echar el corazón por delante», tener valor.
A la luz de la Palabra
Con demasiada frecuencia nuestro alumnado tiene una imagen algo desfigurada de la experiencia de fe. Suelen confundir la fe con conformismo, con algo que se nos inculca o que se hereda, con escaso o nulo espíritu crítico. Algo que genera inmovilismo y no se cuestiona. Nada más lejos de la realidad.
La protagonista de este relato bíblico es María de Nazaret. En la figura de María se vincula la experiencia de fe a la virtud del valor, del coraje. María tendría unos trece años cuando Dios, a través del ángel, la llama a salir de lo esperado y caminar. María, mujer coraje, acepta este enorme reto proclamando con sencillez y sin grandes discursos «Hágase» (Fiat), arriesgando todo: su futuro matrimonio con José, su reputación entre sus paisanos y su propia vida. Todo por una causa que merece la pena: dar vida a quien es la Vida, Jesús, Dios hecho hombre, culmen de la revelación de Dios. El «sí» de María no es solo a su maternidad, es el inicio de una historia de vida:
En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible». María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel se retiró.
Lc 1,26-38
Actividad de reflexión inspirada
Después de leer con actitud meditativa el relato de la Anunciación, podemos proponer la contemplación silenciosa de la siguiente obra de arte:
Frente a solemnes prototipos clásicos de la Virgen, quise hacer una imagen que conectara con los tiempos actuales. El fondo de la obra, caótico y extraño, es una metáfora de nuestro mundo. Pero María gira su mirada para buscar la nuestra y transmitirnos esperanza. Su mano derecha protege el vientre que acoge a Jesús, mientras nos ilumina con la otra. Tras la figura, se sugieren algunos símbolos que aparecen en el relato del Apocalipsis de san Juan, como el sol y la luna.
Goyo Domínguez
La finalidad es presentar a los chicos y chicas a María de Nazaret como un modelo de fe y como una mujer con mucho valor y coraje. En ocasiones, hemos transmitido una imagen de María muy angelical y poco humana. María de Nazaret es una mujer valiente, perseverante, que arriesga y que, pese a todo y frente a todo, se fía de Dios. Esto es precisamente tener fe, tener valor y coraje para aceptar lo que Dios quiere de ti.
Isabel Gómez Villalba
Docente e investigadora en la Universidad San Jorge.
Centrada en la innovación educativa, investigo y diseño experiencias pedagógicas tanto para la integración y desarrollo de habilidades espirituales en el proceso de enseñanza-aprendizaje, como en el estudio y la implementación de proyectos de aprendizaje–servicio.