Invocación al Espíritu Santo
Ven Espíritu Santo,
ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén.
LECTURA (¿Qué dice el texto?)
Estudio bíblico del texto
El texto de la Transfiguración de Jesús es uno de los más citados del Nuevo Testamento.
Comienza diciendo «seis días después», esto es cuando Pedro pronuncia su profesión de fe en Jesús, el Cristo, el Mesías, el Salvador. Pero también inmediatamente Jesús les había anunciado la Pasión. Ellos están ahora confundidos, no han entendido el porqué del sufrimiento.
Jesús en persona elige a tres de ellos para llevarlos a un monte alto (recordemos que para Mateo la montaña tiene un especial sentido, porque para el pueblo de Israel las grandes manifestaciones de Dios se han dado en las montañas).
En este monte, Jesús se transfiguró, es decir, su humanidad se vio envuelta en la gloria de la divinidad. Es como un anticipo pascual para estos tres discípulos, es mostrarles claramente lo que sucedería luego de la Pasión. Pero en este monte también hay un recuerdo del cumplimiento de las Sagradas Escrituras. Aparecen junto a Jesús, Moisés y Elías: los dos representan la síntesis del Antiguo Testamento, es decir, la Ley y los profetas. Recordemos también que Moisés pasó seis días en el monte cuando se le apareció Dios.
Los tres discípulos están viviendo una experiencia «fuera de lo común», están siendo partícipes de un adelanto de la Gloria, y es la confirmación que en Jesús se cumplen las Escrituras. Por lo tanto, Jesús no invitará a un cambio de religión, sino a dar cumplimiento al testamento ofrecido por el Padre.
Es en este momento cuando Pedro se dirige a Jesús con el título mesiánico de «Señor» y le pide autorización para hacer tres tiendas (lo que evoca una fiesta judía). Pero, de repente, los cubre una nube luminosa, que indica la presencia de Dios (la nube acompaña como signo también en el Antiguo Testamento a muchos pasajes). De esta nube sale una voz que vuelve a revelar, al igual que en el Bautismo de Jesús, que este es su Hijo amado, su predilecto, y dice «escúchenlo» (escuchar en el pueblo del Antiguo Testamento no solo es oír, también significa prestar suma atención y obedecer: el Shemá).
Un judío que hubiera escuchado los relatos antiguos sabía que quien veía a Dios moría. Por eso comienzan a tener miedo. Pero, sin embargo, Jesús realiza tres verbos: se acercó, los tocó y les dijo «no tengan miedo». Es aquí cuando se incorporan y solo ven a Jesús, quien les pidió que no lo dijeran a nadie hasta que Él hubiera resucitado.
Reconstruimos el texto
- ¿Cómo comienza el texto? ¿Los seis días que dice, desde cuándo se toman en cuenta?
- ¿A dónde se dirigió Jesús y a quiénes llevó consigo?
- ¿Qué sucedió con Jesús? ¿Qué le pasó? ¿Qué signos vieron los discípulos en Él?
- ¿Quiénes aparecieron junto a Jesús en ese momento? ¿Qué representan estos dos personajes?
- ¿Qué le ofrece Pedro a Jesús?
- ¿Qué nos recuerda esa nube brillante que los envuelve?
- ¿A quién se escucha pronunciar algo desde la nube? ¿Qué es lo que dice?
- ¿Qué sucede con los discípulos de Jesús? ¿Qué sentimiento tienen?
- ¿Qué hace y qué les dice Jesús
- ¿Finalmente Jesús les pide algo? ¿Qué fue?
MEDITACION (¿Qué me / nos dice el texto?)
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación.
- La vida en relación con el Señor, ser su discípulo, nos invita también a estar con Él. ¿Qué siento yo cuando Jesús me invita a estar con Él?
- Jesús se muestra a sí mismo no solo como el gran maestro, sino que da un anticipo de su Gloria. ¿Creo de verdad que Jesús es el Señor?
- ¿Qué significa en mi vida que Jesús es el centro de las Sagradas Escrituras? El Antiguo y Nuevo Testamento solo se refieren a Jesús. ¿Cuál es mi relación con Jesús?
- ¿Cómo vivo en mi vida personal esto que dice el Padre: «Este es mi hijo querido, mi predilecto, escúchenlo»? ¿En verdad escucho a Jesús en todos los momentos de mi vida?
- ¿Tengo miedo de acercarme a Jesús? Tal vez escucharlo signifique para mí dejar un estilo de vida que yo tengo muy instalado, ¿no será eso lo que me pide el Señor?
ORACIÓN (¿Qué le digo/decimos al Señor?)
Orar es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor:
Gracias Señor por tu Palabra salvadora.
Gracias porque nos invitas a reconocerte como Dios y Salvador.
Te pedimos la gracia de saber escucharte,
de conocer cada vez más tu Palabra.
Permite, Señor, que sea dócil a tu Palabra,
que realmente mi vida sea la de una «escucha atenta»
a todo lo que me dices.
Señor, al igual que los discípulos, tengo miedo.
Quisiera que tú también te acerques a mí,
que toques y me recuerdes esa frase «no tengas miedo».
Quiero seguirte, Señor.
Quiero ser tu discípulo,
quiero que, en este seguimiento, entienda que debo transformarme
también en anunciador de la Buena Noticia.
Amén.
CONTEMPLACIÓN (¿Cómo interiorizo el texto?)
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón: «Levántense, no tengan miedo» (versículo 7).
Y de esta forma nos ponemos en contemplación, repitiendo y agradeciendo a Jesús que venga.
ACCIÓN (¿A qué me comprometo?)
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
Si estoy solo, volver sobre este texto y preguntarme seriamente qué puedo hacer para no tener miedo y aceptar el desafío de transformarme en un discípulo de Jesús y en su misionero. Descubre a algún amigo en especial a quien quieras animarlo a no tener miedo, comparte con él este texto del Evangelio.
En el grupo, proponerse una actividad para ser discípulos y misioneros. Puede ser una representación de cuáles son los miedos que hoy tenemos en la escucha y el seguimiento de Jesús. Como grupo, realizar una actividad concreta para ayudar a otras personas a no tener miedo y seguir a Jesús.
Hno. Ricardo Grzona, frp